Don Pelay (o Pelayo) Pérez Correa fue un personaje
aureolado por lances, hechos y hazañas extraordinarias, merecedor de renombre y
fama inmortal tanto por su diestro uso de la espada, como por su prudencia y
sabiduría.
Miembro de una ilustre familia portuguesa, siendo muy joven
se trasladó a Castilla para ingresar como caballero en la Orden de Santiago.
Hombre muy devoto y temeroso de Dios a la usanza de la
época, fue elegido maestre de la Orden monástico-militar de Santiago en 1242. Con
él la Orden conoció su máximo esplendor.
Su capacidad de entrega y su prestigio militar le hizo ser
requerido por los reyes de Castilla y Portugal, de modo que entre los
dirigentes políticos y militares que acompañaban a Fernando III en la conquista
de Sevilla se encontraba el maestre de Santiago Pelay Correa.
Uno de los mayores logros de su carrera militar aconteció
precisamente en la toma de Sevilla entre otras cosas porque su
influencia hizo decidir
al rey poner cerco a la ciudad para poder conquistarla.
Pelay Correa tuvo a su
cargo el cerco del arrabal de Triana.
Triana, bien defendida por su castillo, ejercía de Guarda de Sevilla. Provisto de catapultas,
pedreras y pasadores, hostigaban las naves y las tropas cristianas.
Don Pelayo despejó la margen derecha del río
Guadalquivir para los ejércitos del rey Fernando, pero quedaban Triana y
su castillo, “llave del Aljarafe”.
Conociendo la importancia que tenían tanto el castillo como
el arrabal para Sevilla y que si no lo tomaban no caería la ciudad, el
castillo sufrió las celadas y los feroces ataques de las tropas
castellanas dirigidas por el maestre durante el largo asedio debilitándolo.
Incluso Pelay Correa junto con el príncipe Don Alfonso, intentaron volar
el castillo de Triana valiéndose de una mina aunque sin conseguirlo ya que los
moros, que tampoco eran tontos, hicieron una contramina y neutralizaron el
propósito.
Tras romper las naves de Bonifaz el puente de barcas el castillo no tardó en ser tomado.
Cuando el 22 de diciembre, se produce la
entrada triunfal de los cristianos en la ciudad, el primer estandarte que ondea
es el de la Orden de Santiago y el cual estaba bendecido por el Papa. Pelay
Correa llevando en su mano el estandarte de su Orden santiaguista, entra como
alférez real en la ciudad de Sevilla, abriéndose paso entre las multitudes
asombradas.
Pelayo Pérez Correa alcanzó una fama como caballero de
élite casi comparable a la del Cid Rodrigo Díaz.
Afianzó esta fama la leyenda de un milagro, que el
maestre habría conseguido con sus rezos a Dios y a Santa María:
Durante el sitio a Sevilla cuenta la leyenda que 270
caballeros con su maestre a la cabeza, se adentraron demasiado en la sierra y
les cogió la noche sin haber logrado derrotar completamente a los enemigos. Por
mediación de sus oraciones y súplicas pidió a la Virgen que les diera unas
horas más de sol y así tener tiempo de ganar la batalla trabada con
los musulmanes en la actual zona de Llerena. Imploró a la Virgen gritando: ¡Santa María, detén tu día!.
La Virgen Santa María le escuchó y mandó detener el curso del día, el sol se
paró en el horizonte hasta que consiguieron vencer y expulsar a los moros de
aquellas montañas.
En recuerdo de éste y otros hechos milagrosos, se fundará
luego el monasterio de Santa María de Tentudía que aún da testimonio del
suceso.
También recoge la tradición otro suceso milagroso del que
fue protagonista Pelayo Pérez Correa durante el sitio a Sevilla
conseguidos por la fuerza de su fe: el del llamado “Manantial de la Amistad”.
Según la leyenda, estando el maestre recobrándose de una herida de flecha
enemiga, al no tener agua el campamento en pleno verano sevillano, pasó una sed
espantosa, mitigada por la intervención del moro Omar, un médico musulmán que
cuidó y curó al maestre.
Cuando por fin D. Pelayo se sintió completamente sano,
agradeció los cuidados de Omar y le nombró caballero personal, manteniendo una
verdadera amistad. No obstante, esta amistad no era bien vista por algunos y
al poco, Omar fue asesinado por unos soldados.
Ante la tumba de Omar, don Pelayo rezaba así:
“¡Descansa en paz, amigo Omar, que tu Dios Alá te de la
gloria! Ojalá llegue el día en que los hombres puedan vivir juntos, sea cual
sea su dios y su color”.
Clavó su espada en tierra y de la brecha brotó un manantial
inagotable que aún hoy existe (*). El manantial abasteció sobradamente las necesidades
del ejército de Fernando III, pudiendo tener agua durante los meses de asedio a
Sevilla sin ninguna escasez.
Si meritoria fue la colaboración de don Pelayo y de la
Orden de Santiago con el rey Fernando en la conquista de los territorios
andaluces, no menos valiosa lo fue para el sucesor, Alfonso X, quien otorgó
a su Orden de caballería, cartas y privilegios varios.
Don Pelayo Pérez Correa, conocido en Triana como Pelay
Correa, está enterrado en el monasterio de Tentudía ubicado en Calera de León
(Badajoz), en cuyo muro izquierdo del altar mayor hay un sepulcro con la
siguiente inscripción en caracteres góticos:
“Aquí iace el gran maestre de Santiago Pelai
Pérez Correa”.
Tanto el altar como los laterales están ilustrados con
azulejos vidriados mudéjares del artista italiano afincado en Triana, Niculoso
Pisano del año 1518.
Fuente Historia de Sevilla de Jose María de Mena.
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