sábado, 26 de mayo de 2018

SEVILLA, LA BOHEMIA QUE ENAMORA ( embrujo 8)


La presencia judía en la Península se remonta a época romana. Después de sobrevivir a los visigodos, los sefardíes jugaron un papel importante durante la conquista musulmana del 711, apoyando y ayudando a los hombres de Musa y Tariq en su avance por la Península. A lo largo de los siglos de época andalusí, los sefardíes alcanzaron su máximo esplendor en todas las facetas. En al-Andalus, los judíos o yahudiyyun, integraban la llamada “ahl ad-dimmi”, es decir, la familia o gente protegida por el Islam, al considerarlos “gentes del Libro”. El estado musulmán exigía el pago de un impuesto de capitación llamado yizya. 
La diáspora judía, en pleno centro de Sevilla. El pueblo errante encontró en la capital un hogar transitorio atraído por el potencial de una de las metrópolis más influyente en el comercio y la cultura occidental. La Híspalis romana acogió a los exiliados de Israel en la llamada judería, si no la más antigua, una de las más arraigadas del reino. En la actualidad, el nombre sigue perdurando en el callejero sevillano a pesar de que los judíos hayan seguido buscando la tierra prometida fuera de los límites de Sevilla.
En general, los historiadores están de acuerdo en reconocer que desde  los tiempos más remotos los hijos de Israel establecieron relaciones  comerciales con las tribus ibéricas. Desde entonces, los navíos hebreos  comenzaron a llegar a la famosa Tarsis, es decir, a la magnífica región  española que debe su nombre al Tartesio o Guadalquivir.
La judería sevillana era una de las más numerosa. Por aquel entonces, Sevilla no solamente destacaba por sus relaciones comerciales facilitadas por la importancia de su río, sino también por sus escuelas de medicina, donde venían a estudiar los principales médicos de España, incluso los de Córdoba, como el  gran Averroes; sobresalía además por su gran movimiento filosófico,  que se había separado de la ortodoxia coránica y atraía a los más  ilustres pensadores, como Tufail, quizá el más original de los filósofos  españoles, y finalmente por sus artes, ya que según un proverbio bien  conocido en aquella época, cuando un músico moría sus instrumentos eran vendidos en Sevilla.
El barrio libre que los judíos ocupaban en Sevilla abarcaba una amplia extensión de la ciudad. El muro que lo rodeaba se extendía desde el actual Colegio de San Miguel hasta el centro de la nave derecha de la catedral y, cruzando el lugar ocupado más tarde por el Corral de los olmos, seguía por la Borceguinería hasta la Puerta de Carmona y encajaba en el muro que rodeaba la ciudad hasta el pie de la Torre del oro.
En su recinto estaba incluido el actual Alcázar, que entonces ya no era la residencia de los walíes, como no lo fue más adelante de los reyes de Sevilla. En el monasterio de San Clemente el Real se estableció la casa real de los reyes moros de Sevilla, de la que subsisten todavía hoy algunas murallas. Puede ser incluso que los judíos ocuparan el barrio llamado más adelante de Don Pedro Ponce (hoy San Pedro), ya que los escritores antiguos, tales como Argote de Molina y otros, denominan este barrio con el nombre de antigua judería.
Tras la Reconquista, la judería quedó reducida a la parte que describen los autores de los siglos XVI y XVII. La muralla que rodeaba la judería era, por su lado exterior, la de la ciudad pero fuera del recinto destacaba la mole del Alcázar, así como el barrio de la mezquita y una parte de la Borceguinería; la judería quedaba limitada por el muro que, arrancando de la puerta del Alcázar, muy cerca de la calle de la Vida, penetraba en la calle de la Soledad, alcanzaba la zona donde se levanta hoy la iglesia de San Nicolás y corría a lo largo de la calle Toqueros y la del Vidrio para entrar en la de los Tintes por el callejón de Armenta (en otros tiempos de la Rosa) para unirse finalmente con el muro exterior de la Puerta de Carmona.
Las tres puertas de la Judería…
El barrio judío se comunicaba con el campo y con la ciudad por tres puertas. La que estaba fuera de la ciudad parece ser, según la mayoría  de los autores, la actual puerta de la Carne, a la que los árabes llamaban Bib-el-Chuar o Puerta de la Perlas. La segunda puerta tenía acceso a la calle Mesón del Moro y era de hierro. La tercera, la de San Nicolás, estaba frente a la calle Rodrigo Alfonso. Finalmente, había una puerta pequeña, llamada del Atambor porque por la noche se cerraba a los sones del tambor del cuerpo de guardia. Esta puerta daba a la calle Rodrigo Caro. Las tres puertas se cerraban al toque del ángelus y no se abrían hasta la mañana siguiente.
… y los tres templos.
Alfonso X otorgó a los judíos tres sinagogas que se corresponden, con poca diferencia, con tres iglesias actuales: Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca, pero los hebreos fueron erigiendo otras nuevas a medida que su prestigio iba en aumento, pues no cesaban de obtener los favores de la Corte. A la llegada de San Fernando se fueron haciendo cada vez más numerosos; entre las nuevas sinagogas debemos citar la del convento de la Madre de Dios, hoy Facultad de Medicina; la del Colegio Mayor; la de la Alcoba, contigua al jardín del Retiro.
En 1391 se produce el asalto a la judería por parte de los cristianos, siendo este el primer asalto a una judería española. En la primavera de ese año, el Arcediano de Écija, Ferrand Martínez empezó a instigar a los cristianos sevillanos contra los judíos. En marzo de ese mismo año, comienza la revuelta, entrando las masas en la judería destrozando tiendas y agrediendo a los habitantes. Esta revuelta se apagó al llegar las fuerzas del orden, pero los responsables quedaron impunes. Debido a esta impunidad, el día 6 de junio de ese mismo año de 1391, la multitud vuelve a entrar en la judería, esta vez asesinados a unos 4.000 judios, es decir, casi todos los que habitaban en Sevilla. Por ello, el rey impuso una multa a Sevilla que se llevó pagando durante 10 años.
En 1492 se decreta la expulsión de los judíos de España o su reconversión al cristianismo. En Sevilla no tuvo tanta repercusión ya que debido a la matanza de 1391 y la inseguridad que le siguió, quedaban muy pocos judíos en la ciudad hispalense.

Con el objetivo de aumentar el segmento de turismo de calidad que viene a Sevilla, el Consorcio de Turismo participado por el Ayuntamiento, ha desarrollado el nuevo producto turístico "La Sevilla de los Levies: Las Raíces Sefarad" que pretende explotar toda la riqueza patrimonial y cultural existente en la capital andaluza en este sentido, ya que cuenta con una de las juderías más antiguas del mundo y la pionera en España, pues llegó a superar el millar de judíos en el siglo XIV. Según la información a la que tuvo acceso E.P, con el proyecto de la ruta sefardí se pretende atraer a la población judía mundial, que en la actualidad oscila entre los 12 y los 15 millones, la mayoría de ellos residentes en Estados Unidos e Israel. Además, se persigue vincular a la capital andaluza con el resto del mundo como «destino clave del reencuentro con las raíces judías», promoviendo «la Sevilla de las tres culturas, referente de tolerancia y progreso, de convivencia e intercambio, punto de encuentro entre pueblos del Mediterráneo».
También, se impulsará un recorrido por los puntos significativos de la Judería de Sevilla, que comprendía los actuales barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, así como los hitos destacados de su historia, gastronomía, música, patrimonio y antropología, lo que conforma una atractiva propuesta que persigue promover el conocimiento de la vida de dicha comunidad en la Sevilla del siglo XIV, cuando alcanzó su máximo apogeo bajo el reinado de Pedro I. Sevilla albergó una importantísima colonia judía firmemente asentada en tiempos visigóticos.
Fuente; Pepe Barahona. ABC. Sevillaciudad.
Camino de Serarad.
Visitasevilla.























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