domingo, 31 de marzo de 2019

ALBORES DE PRIMAVERA DE 1975 A 2018 ( parte última de la serie)



ALBORES DE PRIMAVERA

Durante mucho tiempo la Semana Santa sevillana hubo de compartir con la Feria el cartel que año tras año difundía estas festividades. Desde 1881, el Ayuntamiento sevillano he editado anualmente un cartel propagandístico para difundir en la propia ciudad, en el resto del territorio español y en el extranjero, las Fiestas de Primavera. Sin embargo, hasta 1890 no apareció en el cartel un motivo relacionado con la Semana Santa; fue dicho el cartel obra de José García Ramos y en él figuraba de gran tamaño la figura de un nazareno, vestido de negro con cirio en la mano.
Esta primera referencia no quedó tipificada en adelante, porque hasta 1895 no vuelve a constatarse la iconografía de la Semana santa en el cartel, esta vez con un breve retazo que describe la salida del templo de un paso de Cristo acompañado de sus nazarenos.
La primera alusión a una imagen procesional concreta se efectúa en 1896 en un espléndido cartel de Francisco Narbona. Se trata de una representación de la imagen de Jesús del Gran Poder a la que se le dedica un reducido espacio en la parte superior izquierda. Sigue en años sucesivos constatándose la presencia de motivos iconográficos alusivos a la Semana Santa, basados generalmente en figuras de nazarenos desfilando y se llega al año 1900 en el que el autor del cartel, Gonzalo Bilbao, realizó una bella alegoría en la que contrapone la Sevilla profana de la Feria con la Sevilla religiosa de la Semana Santa a través de dos bellas figuras femeninas, una vestida de blanco alusiva al divertimento profano y la otra de negro referida al sentimiento religioso. Esta contraposición afortunada hizo escuela y logró configurar un tema que en años sucesivos se volvería a tratar de forma reiterada.
Desde principios del siglo XX se fueron editando carteles que generalmente mantuvieron un alto nivel creativo y esplendido resultado visual. Las alusiones a la Semana Santa siguieron personificándose a la presencia de nazarenos que se contraponen con bellas jóvenes con mantones y abanicos o con figuras de toreros.
Después, coincidiendo con etapas de marcado laicismo en la vida loca y nacional, se advierte la ausencia de temas de Semana Santa en el cartel y así puede comprobarse que de 1910 a 1925 no aparecen representaciones relacionadas con los desfiles procesionales, excepto en el cartel de 1913, obra de Gonzalo Bilbao en el que, de nuevo, pero con menor fortuna que en 1900, contrapone el espíritu de la Sevilla profana con la religiosa.
Grandes pintores fueron dejando por estos años prueba de su talento en magníficos carteles. Así a los nombres ya citados, añadiremos nombres como Honheleiter, Bacarisas y más tarde Juan Miguel Sánchez. Precisamente fue este último artista citado quien, en 1931, realizó el primer cartel de Fiestas de Primavera dedicado exclusivamente al tema religioso, prescindiendo en él de cualquiera iconografía profana. Se editó con el título de "Luz y Gracia de Sevilla" y mostraba una ejecución técnica excelente, con tintas planas y colores cálidos. La iconografía seleccionada por Juan Miguel Sánchez fue la del palio de la Macarena consiguiendo plasmar así el que sin duda es el mejor cartel de cuantos se han realizado a través del tiempo, con el tema de Semana Santa. Con este cartel se llegó a la culminación de todo proceso creativo, ya que nunca volvió a superarse, aunque en años sucesivos el autor creó más carteles para la Semana Santa, pero no logró superar este, que quedó para la Historia.

En las últimas décadas se constata una cierta reactivación merced al encargo que el Ayuntamiento hace a renombrados pintores locales, en las que se han creado algunos ejemplares notables, como es el realizado por Carmen Laffón en 1983, obra que refleja la delicadeza y exquisita sensibilidad de esta pintora.

Fuente Regina Osta/ ABC Sevilla























SEVILLA, LA BOHEMIA QUE ENAMORA. LA MADRUGÁ EN EL INTERIOR DE LA CATEDRAL. "Hermandad de la Esperanza de Triana"



En 1418 se funda una hermandad de luz con el título de la Esperanza, establecida en la Real Parroquia de Señora Santa Ana y relacionada con el gremio de los ceramistas, y que constituye no sólo la más antigua de Triana, sino una de las más antiguas de Sevilla. Así lo afirma Santiago Montoto en su obra Cofradías Sevillanas. Más de un siglo después, en 1520, el presbítero Gonzalo de Herrera, instituyó una capellanía en dicho templo en el altar de la Virgen. Esta Hermandad, en 1542, se fusionó con otra corporación, llamada de San Juan Evangelista, del gremio de pescadores; dato proporcionado por Juan Carrero en sus Anales.

En el testamento que otorgó en 1565 Juan Vidal, polvorista y vecino de Triana, se estipula como última voluntad la celebración por su alma de una misa de réquiem cantada y diez misas rezadas, acompañado en el entierro por la cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza, que está establecida en el convento del Espíritu Santo, situado en la calle Betis. Esta manda testamentaria lleva implícita que la Hermandad debía tener ya antigüedad, devoción y popularidad en el barrio.

Por testimonios indirectos, podemos llegar a conocer con cierto grado de exactitud la fecha de fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza. Así en 1598, Juan Bautista Mazón, prioste de la Cofradía, declara en un interrogatorio ante el fiscal del arzobispado, que la corporación ya estaba fundada sesenta años atrás, sin descartar que existiera desde fechas aún más remotas. El motivo de esta declaración, fue por el pleito interpuesto por la hermandad de la Vera Cruz de Sevilla por el privilegio de ser la más antigua de llevar insignias, hábito y cera verde, pleito que probablemente ganó nuestra Hermandad por que siguió usando la insignia verde.

En 1579 tuvo lugar en Sevilla una solemne procesión con motivo del traslado del cuerpo incorrupto de San Fernando a la nueva Capilla Real. Conocemos con minuciosidad el cortejo de esta procesión, gracias al escrito de Francisco de Sigüenza, en él se nos dice que la de la Esperanza ocupa el puesto catorce en antigüedad, tras la de la Antigua y seguida de la O, también de Triana, por lo que podemos afirmar que ya en estas fechas era la cofradía más antigua entre las del Barrio.

En 1588 tenemos noticias del poder que otorgan los cofrades a Agustín Bartola para tramitar en Roma nuevas gracias espirituales como ya lo habían realizado anteriormente en 1577. Este documento nos indica el interés por el enriquecimiento espiritual y un cierto nivel económico, pues tales bulas e indulgencias se abonaban.

A principios del s. XIX, José Matute y Gaviria en su Historia de Triana, nos cuenta que en 1595 se aprueban las reglas de una antigua cofradía de penitencia dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista. Esta es la primera y más antigua noticia de la unión de ambas hermandades, siendo copiados estos datos en las investigaciones posteriores de Bermejo, Montoto, etc.

La fundación de la Hermandad de la Exaltación a las Tres Caídas de Nuestro Señor Jesucristo tiene lugar el 4 de Marzo de 1608 en el convento de Nuestra Señora de la Salud de las Monjas Mínimas de Triana, con la intención de realizar su estación de penitencia el Viernes Santo por la mañana. Hubo algunas vicisitudes y pleitos con algunas hermandades en los primeros momentos a causa del título y del color de las túnicas, quedando establecido como definitivo el de las Tres Caídas que dio Cristo Nuestro Señor y Nuestra Señora de los Dolores

En 1616, esta Hermandad de las Tres Caídas que dio Cristo Nuestro Señor, se traslada al hospital del Espíritu Santo. Son obligados por el provisor Gonzalo del Campo a fusionarse con la hermandad de la Esperanza, ocupando una pequeña capilla que era de la corporación de la Esperanza, viviendo durante el siglo XVII una de las etapas más prósperas dentro de su dilatada existencia. Desconocemos en qué lugar del convento estuvieron situadas las Sagradas Imágenes durante sesenta años, pero el crecimiento de hermanos y devotos propicia en 1676 la donación, por parte del prior del hospital, de una capilla más grande con sacristía y sepultura para sus hermanos. En contrapartida, la hermandad se obligaba a realizar honras fúnebres por los hermanos hospitalarios y asistir a ciertas festividades de la comunidad portando el estandarte y si en algún momento decidiesen trasladarse deberían abonar la cantidad de 400 ducados.

En 1736 la Hermandad abandonó el hospital, trasladándose a la parroquia de Santa Ana, después de ganar varios pleitos a los hermanos hospitalarios que trataron de evitar que se llevasen los enseres y Sagrados Titulares de su capilla. En Santa Ana ocuparon la capilla del capitán Cristóbal de Montebernardo. El hecho del cambio vino procurado por el deseo de los hermanos de posibilitar un contacto más directo con los devotos y así mejorar su situación, muy precaria desde principios del XVIII por diversas calamidades que habían asolado la ciudad y que habían mermado el número de hermanos.

Desde 1755, en que abandonan la Parroquia de Santa Ana a causa del terremoto de Lisboa, La Hermandad trata por todos los medios de conseguir un templo propio que no se bendecirá hasta 1815. En las diferentes sedes en las que recibieron culto, las Sagradas Imágenes probablemente se situaran en altares provisionales, primero en el Convento de los Remedios (1756-1776), más tarde en la capilla de la Encarnación, donde permanecen poco tiempo, volviendo en fecha indeterminada a su primitiva sede del hospital del Espíritu Santo. Esta institución se extingue hacia 1800 pero la iglesia debió permanecer abierta por lo menos hasta 1815, año del traslado a su nueva capilla de la calle Larga.

La primera estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, tendrá lugar en 1845, pasando con muchas dificultades el puente de barcas que estaba situado en el mismo lugar que hoy ocupa el de Isabel II. En los siguientes años en que realiza la procesión fluctuará el día de salida, procesionando el Jueves y Viernes Santo indistintamente.

En Septiembre de 1868 la Capilla de los Marineros, fue incautada a la Cofradía por la Junta Revolucionaria, pasando las Sagradas Imágenes en un primer momento al número 59 de la actual calle Pureza y más tarde, ante las infructuosas gestiones realizadas para que le fuera devuelta en 1871, a la iglesia del convento de San Jacinto, a fines de 1872 o comienzos de 1873. La Iglesia llevaba cuarenta años cerrada, por lo que antes de encontrar un acomodo digno en el templo los titulares fueron depositados bien en la sacristía o bien en el coro alto. Con la apertura al culto de la Iglesia en 1879, la Hermandad ocupó la capilla de la cabecera de la nave de la epístola.

En 1888 se comienza a reorganizar la hermandad por los pocos hermanos que quedaban, realizando de nuevo su salida en 1889. Este mismo año nuestra Hermandad sostuvo un pleito con la del Cachorro por la apropiación de nuestra Dolorosa, ya que la Esperanza estuvo acompañando el Viernes Santo al Santísimo Cristo de la Expiración al menos desde 1879 a 1888, siendo devuelta en ese mismo año de 1889, lo que provocó que se reforzara la estima y valoración de la Sagrada Imagen dentro del seno de la corporación.

El incendio que sufrió Nuestra Señora de la Esperanza en su altar el 2 de Mayo de 1898 supuso una tragedia en la cofradía, pero a raíz de su restauración se refuerza aún más el cariño y la devoción popular que había conquistado desde su reincorporación a los desfiles penitenciales, provocando quizás que a raíz de este accidente la Santísima Virgen pasase a ocupar un lugar de privilegio dentro del seno de la corporación. Hecho éste que, unido a la “moda” de los pasos de palio que se estaba consolidando en este último cuarto del siglo XIX, gracias al auspicio de los Duques de Montpensier y las invenciones de las hermanas Antúnez, Ojeda y la música pre-regionalista producen una época de esplendor mariano.

En el primer tercio del siglo XX, nuestra corporación se va a asentar en lo devocional con la llegada de Don José Sebastián y Bandarán como director espiritual, que consolida el septenario y crea junto con la infanta Doña Luisa de Órleans el besamanos en 1927. En lo procesional se hace célebre la visita a los presos de la Cárcel del Pópulo que inspira en 1925 la marcha “Soleá dame la mano”, y la vuelta triunfal al barrio en las mañanas del Viernes Santo, además de las salidas en procesión de gloria con motivo de la Velá de Santa Ana.

En lo patrimonial, gracias al quehacer de dos hermanos mayores, Manuel Rodríguez Alonso y Tadeo Soler, industriales del mundo de la cerámica trianera que serán fundadores junto con Enrique Mensaque de la fábrica Mensaque-Rodríguez y Cía en 1905, conocida como Nuestra Señora de la Esperanza. Éstos van turnándose en el cargo desde 1908 hasta 1928, encontrando en la figura del ceramista José Recio del Rivero un diseñador en el que depositar su confianza para que definiera el estilo y una idiosincrasia propia para la Hermandad. Una vez aceptado el encargo, decide inspirarse en los dibujos de la ornamentación cerámica trianera de los siglos XVI y XVII, que estaban recuperando los industriales trianeros de la mano del historiador José Gestoso y del propio José Recio del Rivero, como director artístico de José Mensaque y Vera, traspasando estos diseños al manto el palio y a las insignias del cortejo de la Esperanza. La inspiración en la cerámica y la forja será su novedosa e interesante aportación estética al diseño cofrade, piezas que se han convertido en un referente del estilo regionalistacreado en la ciudad a principios del siglo veinte.

El hecho de que la cerámica fuese una de las principales actividades gremiales del barrio en el pasado, sin olvidar que el gremio de los ceramistas parece que perteneció a la Hermandad de Luz de la Esperanza, convierten este estilo en toda una seña de identidad trianera. Fue en esta circunstancia la primera vez que se usaron los motivos cerámicos como fuente de inspiración absoluta en unos bordados, aportación ciertamente original de nuestra Corporación al mundo artístico cofrade. Un hecho no lo suficientemente valorado, ya que frente a las trazas barrocas de Juan Manuel o las orientales del taller de Olmo, Recio optó por las trazas renacentistas y manieristas, que junto con las anteriores serán los diseños más recurrentes para los futuros enseres de las cofradías sevillanas.

El legado más importante de Recio fue articular un nuevo concepto de desfile procesional en nuestra Hermandad, dándole el sello de cofradía de barrio; viendo en la riqueza de los diseños renacentistas la estética más apropiada para que la fiesta fuera el mayor exponente del espíritu del pueblo: un espíritu popular y castizo que él quiso aportar a la cofradía de la Esperanza, que trataba de adaptarse a una Semana Santa que estaba pasando de ser un fenómeno de religiosidad popular a ser un espectáculo ciudadano.

En 1929 una de las muestras en la Iglesia del Salvador con motivo de La Exposición Mariana, es presidida por el palio de la Esperanza, acompañándola en el traslado un enorme gentío y en su presidencia la presencia de Doña Luisa de Órleans, que a su vez era la camarera honoraria perpetua de la Santísima Virgen, cargo que han seguido ocupando su hija, la Augusta Señora Doña María de las Mercedes de Borbón, Condesa de Barcelona y su nieta S.A.R. La Infanta Doña Elena de Borbón y Grecia.







viernes, 29 de marzo de 2019

SEVILLANOS ILUSTRES "Luis Cernuda"



Luis Cernuda Bidou o Bidón (Sevilla, 21 de septiembre de 1902México, D.F., 5 de noviembre de 1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la llamada Generación del 27.

Su abuelo materno Ulises Bidou, era de origen francés, pero se castellanizó el apellido al instalarse como droguero en Sevilla; luego en el exilio su nieto recobraría el apellido. Su educación fue rígida e intransigente debido al carácter y a la condición militar de su padre, Bernardo Cernuda y Bousa, que se retiró con el grado de coronel. Con motivo del traslado de los restos de Bécquer, a los nueve años de edad empieza a leer poesía y, más tarde, un profesor lo anima a escribir versos y le corrige los que compone. Empieza a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla en 1919, siendo uno de sus profesores Pedro Salinas, quien le ayudó con sus primeras publicaciones. Al año siguiente fallece su padre.

En 1923 deja la universidad para hacer el servicio militar e ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. En 1924 volvió para terminar la carrera, lo que consiguió en 1926. Asiste con Higinio Capote y Joaquín Romero Murube a las tertulias literarias organizadas por Salinas, lee a los clásicos españoles y a autores franceses, especialmente André Gide, que supone para él una revelación. En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez y publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. En 1926 viaja a Madrid; colabora en La Verdad, Mediodía y Litoral, esta última, la revista malagueña del matrimonio formado por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, a los que siempre le unirá una gran amistad, incluso en el exilio mexicano. Lee a los surrealistas franceses, y le influyen en especial Pierre Reverdy y Paul Éluard; a este último lo traducirá más tarde.

En 1927 publica su primer libro lírico, Perfil del aire en la imprenta malagueña de Prados y Altolaguirre, pero es atacado por Juan Ramón Jiménez, quien considera a este libro demasiado influido por Jorge Guillén; esto no se lo perdonará nunca Luis Cernuda. En diciembre asiste a los actos celebrados en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, pero sólo como oyente, aunque ya había conocido a varios miembros de la que sería denominada después Generación de 1927. En 1928 fallece su madre y, tras liquidar la herencia familiar, abandona Sevilla para siempre, visitando antes a sus amigos malagueños (Altolaguirre, Prados, Méndez e Hinojosa); allí tiene un breve affaire amoroso con Gerardo Carmona y marcha a Madrid, donde conoce a Vicente Aleixandre; en noviembre Salinas le ayuda a conseguir un lectorado de español en la Universidad de Toulouse; viaja también a París, donde se aficiona al cine.

Se traslada luego a Madrid en 1929 y allí, desde 1930, trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta, asiste a diversas tertulias en compañía de Vicente Aleixandre y de Federico García Lorca. Este último le presenta (1931) a un joven actor gallego llamado Serafín Fernández Ferro y Cernuda se enamora de él; pero este sólo le corresponde cuando necesita dinero. Este amor insatisfecho inspirará sus libros Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos. Gerardo Diego lo incluye en su Antología (1932) y, concluida su relación con Serafín, Cernuda se involucra en el proyecto de las Misiones pedagógicas, primero en la sección Bibliotecas y luego en el Museo ambulante. Con ellos recorre los pueblos de Castilla y Andalucía y conoce a Ramón Gaya y al pintor Gregorio Prieto; colabora además en la revista Octubre de Rafael Alberti (1933). Al año siguiente publica Donde habite el olvido y empieza a leer a los poetas del Romanticismo europeo; visita otra vez Málaga. Colabora en la revista Cruz y Raya de José Bergamín y publica en ella sus traducciones de Hölderlin (1934). En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil, interviene en el homenaje a Valle-Inclán y publica la primera edición de su obra poética completa hasta entonces, bajo el título de La realidad y el deseo.

Se entera del asesinato de Federico García Lorca y le escribe una sentida elegía, "A un poeta muerto (F. G. L.)", cuyos dos últimos párrafos fueron censurados. Pasó dos meses como agregado de la Embajada Española en París y vuelve a Madrid, donde se alista en el Batallón Alpino; con él es enviado a la Sierra de Guadarrama. En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora con Hora de España y publica la citada elegía a Lorca. Participa allí en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, donde conoce a Octavio Paz, a quien volverá a ver más adelante en México. En el verano interpreta el papel de Don Pedro en la representación de Mariana Pineda dirigida por Altolaguirre.

En 1938 parte al Reino Unido a dar un ciclo de conferencias y conoce a Rafael Martínez Nadal, quien será luego uno de sus estudiosos. En Oxfordshire ejerce de tutor de niños vascos refugiados, lo que le inspira el poema «Niño muerto». Luego trabaja como profesor en el internado Cranleigh School. Lee a los clásicos ingleses, en especial a los poetas metafísicos y a T. S. Eliot, pero también a Constantino Cavafis. Trabaja como lector de español en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge (1943) y el Instituto Español de Londres (1945), pasando los veranos en Oxford en compañía del pintor Gregorio Prieto. Termina Las nubes y escribe los poemas en prosa de Ocnos. En 1944 un nuevo amor le inspira los poemas de Vivir sin estar viviendo y desarrolla una intensa labor de crítico literario, publicando en el Bulletin of Hispanic Studies varios ensayos sobre poesía española; traduce Troilo y Cresida de Shakespeare (1945).

En 1947 se inicia su exilio norteamericano; allí enseña literatura en el colegio de señoritas de Mount Holyoke (Massachusetts), puesto que desempeñará hasta 1952 y logra por fin la ansiada estabilidad económica. Tres viajes a México en 1949, 1950 y 1951 le hacen desear volver a vivir en una tierra donde se habla el español, en compañía del amplio exilio republicano refugiado allí gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas. En 1951 es invitado por la revista Orígenes para dar conferencias en Cuba y amista con el escritor Lezama Lima; además se reencuentra con María Zambrano.

Por fin consigue dejar su puesto y establecerse en México capital en 1952; allí se enamora de un culturista, Salvador Alighieri (1930-), que había conocido en las vacaciones de 1951; a él están dedicados los 16 Poemas para un cuerpo:

Creo que ninguna otra vez estuve, si no tan enamorado, tan bien enamorado, como acaso pueda entreverse en los versos antes citados, que dieron expresión a dicha experiencia tardía. Mas al llamarla tardía debo añadir que jamás en mi juventud me sentí tan joven como en aquellos días en México (L. C., Historial de un libro, 1958).

En México vuelve a ver a Octavio Paz y a los Altolaguirre, en especial a su mujer, Concha Méndez, a cuya casa en Coyoacán se muda en 1953. Desde 1954 trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México como profesor por horas e investiga con una beca de El Colegio de México; colabora en diversas revistas mexicanas.

En 1955 su figura es reivindicada en España por un grupo de jóvenes poetas cordobeses, el Grupo Cántico, lo que supone para él una gran satisfacción; en 1956 emprende la redacción de los primeros poemas de Desolación de la Quimera y en 1957 se imprimen los Poemas para un cuerpo y sus Estudios sobre poesía española contemporánea. Publica en México en la Cultura su biografía literaria, «Historial de un libro», con motivo de la tercera edición revisada y ampliada de La realidad y el deseo (1958). En 1959, con motivo del fallecimiento de Manuel Altolaguirre, se ocupa de editar las Poesías completas de su amigo y empieza a mantener correspondencia con jóvenes poetas españoles. En 1960 Carlos Barral le publica en Barcelona los ensayos contenidos en las dos partes de Poesía y literatura y en verano imparte un curso en la Universidad de California en Los Ángeles. Entre 1961 y 1962 es profesor visitante en San Francisco y en este último año se publica en México Desolación de la Quimera. Entre 1962 y 1963 vuelve a impartir un curso en Los Ángeles y el 5 de noviembre de ese año fallece en la Ciudad de México y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.

Nunca negó su condición homosexual, factor que le hizo ser considerado en su patria un «raro» y rebelde, dada la mentalidad poco abierta de la España de entonces, «un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto», como dirá en Desolación de la Quimera. La consciencia de su aislamiento se expresa en una de sus imágenes más conocidas: Cernuda se ve a sí mismo «como naipe cuya baraja se ha perdido».

Te quiero.

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda.





                                            Tumba de Luis Cernuda en Mexico

jueves, 28 de marzo de 2019

SEVILLA, LA BOHEMIA QUE ENAMORA. LA MADRUGÁ EN INTEROR DE LA CATEDRAL. "Hermandad del Gran Poder"



CONCORDIA GRAN PODER-MACARENA

Cada año se repite un rito, mediante el cual varios nazarenos del Gran Poder, visitan la Basílica de la Macarena para solicitar la venia. Ahora explicaré la evolución histórica de este acontecimiento:

En el año 1776 la Cofradía de la Sentencia cedió su lugar de orden por antigüedad a  la del Gran Poder, para que esta última entrara antes que ella, en la Catedral de Sevilla, con la única condición de que cada año antes de la salida del Gran Poder, tendrían que pedir el permiso conveniente a la Macarena, desplazándose a la Parroquia de San Gil una representación de nazarenos desde el barrio de San Lorenzo.

En 1777 se inicia la ceremonia de la venia de la Macarena con el Gran Poder, por la que esta última hermandad haría Estación de Penitencia a continuación de la cofradía del Silencio en la madrugada del Viernes Santo.

En 1799 se recibe en la Macarena un oficio proveniente del Gran Poder, en el que expresan "que desean y suplican unirse bajo una concordia indisoluble con la de Ntro. Padre Jesús de la Sentencia". Al año siguiente la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Macarena aprueba el oficio enviado por la Hermandad del Gran Poder.

En el Cabildo de Toma de Horas del año 1902, la Hermandad de la Macarena pidió autorización para poder cambiar el itinerario en un pequeño sector del recorrido, antes de su entrada en la Carrera Oficial, pero la petición no fue concedida por la negativa absoluta del representante de la Hermandad del Gran Poder. En represalia por este hecho la  Junta de Gobierno de la Hermandad de la Macarena hizo constar lo siguiente: "El Hermano Mayor manifiesta que en vista de que la Hermandad del Gran Poder no cumplía con lo establecido de pedir la venia para hacer su Estación con antelación a la de Nuestra Señora De la Esperanza, se acuerda por unanimidad y usando de nuestros derechos hacer la Estación en el lugar que nos corresponde, es decir, después de la Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno de la Hermandad del Silencio”.

Así sucedió en la Estación de Penitencia de 1902, cuando la Hermandad de la Macarena se situó por delante de la del Gran Poder en la entrada a la Carrera Oficial. El 16 de marzo de 1903 el Sr. Arzobispo aconsejó a las Hermandades del Gran Poder y de la Macarena que firmaran una Concordia. Esta fue firmada el 24 de marzo de ese mismo año y dura hasta nuestros días, habiéndose cumplido recientemente el centenario de dicha concordia.

Como contrapartida a este acuerdo, cada noche de Jueves Santo “La Centuria Romana Macarena” visita el Templo de Jesús del Gran Poder, para rendir pleitesía al Señor de Sevilla. Para ello, el Capitán de los Armaos, golpea el portalón de la Basílica del Gran Poder tres veces y exclama: “Abrid las puertas del cielo para rendirme a los pies de este Jesús Nazareno”. - Una vez que se ha terminado este protocolo, los Armaos se dirigen de nuevo a la Basílica de la Macarena para iniciar su desfile procesional.



Fuente Panagarvill:

Hdad, Gran Poder;

Hdad.Macarena

Serrano (fotógrafo)















VIDEO MOMENTO VENIA NAZARENOS GRAN PODER EN BASILICA MACARENA.