lunes, 26 de noviembre de 2018

LAS RIADAS DE SEVILLA 1885-1936



LAS RIADAS DE SEVILLA 1895 A 1936
El Guadalquivir se ha salido de sus márgenes miles de veces en su historia. Lo irregular de su caudal, con picos de agua altísimos, ha hecho de esta carretera al mar que conectó a Sevilla con América, un peligro constante para la ciudad. Mediante muros, cortas, desvíos y obras de ingeniería se ha intentado durante decenas de años domar al río para reducir su bravura.
De entre todas las riadas, una de las más recordadas fue la de 1895. No por su virulencia, sino por lo recurrente del fenómeno. Hasta en seis ocasiones el Guadalquivir tomó Sevilla al asalto y desbarató la vida de sus ciudadanos.


El 17 y el 21 de enero, el 27 de febrero, el 12 de marzo, el 8 de octubre y el 27 de noviembre, los sevillanos se despertaron sobresaltados y con el agua por los tobillos. En realidad, hay quien ve en estos episodios una sola inundación en varios «capítulos», más que seis inundaciones distintas.

En todo caso, el de 1895 fue un año de miserias en las partes más bajas de la ciudad y en los arrabales de la ciudad (que entonces eran Triana, Humeros, Macarena, San Roque, La Calzada, San Bernardo, la Resolana, la Carretería, el Baratillo y la Cestería). Estos «barrios», aún no plenamente incorporados a la ciudad, estaban fuera de las murallas, por lo que no contaban con la protección de éstas frente a las crecidas del río. Allí es donde más sentían los efectos de las aguas desbordadas: destrucción de viviendas, rotura de pozos negros, daños en comercios e industria... Y, a raíz de estos desperfectos, se producían enfermedades infecciosas: tuberculosis, reuma, paludismo o hepatitis.

El siglo XIX -que llevó a Sevilla a perder su muralla, defensa natural de la ciudad contra el agua- acabó con Sevilla con el agua al cuello. El XX no empezó mejor. La ciudad se pasó las primeras décadas luchando contra el río, que se «comía» barrios enteros según llovía con fuerza.

Entre 1910 y 1919 y también entre 1924 y 1927, el Guadalquivir inundó la ciudad con cotas de aguas superiores a 6 metros sobre el cero geográfico, que se mide en Alicante. Por entonces el cauce del río que atravesaba Sevilla aún era el Guadalquivir, no el canal de Alfonso XIII que habría de inaugurarse más tarde.

Las condiciones de vida en la ciudad cuando se producían inundaciones eran especialmente calamitosas en los arrabales y zonas más bajas como la Alameda de Hércules. Allí es donde se cebaban las aguas del Guadalquivir y aumentaban las enfermedades.



Fuente ABC Sevilla y Manuel Moguer.

















































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