Repaso a los rincones de la
capital donde Luis Cernuda vivió su niñez y su adolescencia
PLAZA DE LA ENCARNACIÓN
«...Lo de mirar al paso y de cerca la actividad tranquila
de barrio popular y del mercado. Cuánta gracia tenían formas y colores en
aquella atmósfera, que los esfumaba y suavizaba, quitándoles a unas dureza y a
otros estridencia. Ya era el puesto de frutas (brevas, damascos, ciruelas),
sobre las que imperaba la rotundidad verde oscuro de la sandía, abierta a veces
mostrando adentro la frescura roja y blanca. O el puesto de cacharros de barro
(búcaros, tallas, botellas), con tonos rosa o anaranjado en panzas y cuellos. O
el de los dulces (dátiles, alfajores, yemas, turrones), que difundían un olor
almendrado y meloso de relente oriental.»
Ese mercado
también aparece en La soledad: «La soledad está en todo para ti, y todo para ti está en la soledad.
Isla feliz adonde tantas veces te acogiste, compenetrado mejor con la vida y
con sus designios, trayendo allá, como quien trae del mercado unas flores cuyos
pétalos luego abrirán en plenitud recatada, la turbulencia que poco a poco ha
de sedimentar las imágenes, las ideas»
Luis Cernuda
Fuente:
Hemeroteca ABC
.CALLE BUIZA Y MENSAQUE: Se trata de una calle muy pequeña y estrecha a la cual se accede únicamente a través de un paso cubierto y abierto en la fachada del edificio del palacio de Altamira.
Pasado este primer tramo cubierto aparece la calle propiamente dicha, descubierta y delimitada por dos pequeñas hileras de edificios de dos a tres plantas de altura que se abren a ella.
De corto recorrido, la calle termina en una fachada de dos plantas de altura y amplios huecos, que cierra su espacio visual.
Las pequeñas dimensiones de esta calle, su carácter peatonal e íntimo, los elementos y características constructivas de sus edificios, y el rústico adoquinado de su pavimento, le otorgan a esta vía una peculiar imagen, propia de la Sevilla tradicional.
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