La plaza de la Virgen de los Reyes de Sevilla ( antes Corral de los Olmos) se encuentra
situada en el barrio de Santa
Cruz, dentro de
su distrito Casco
Antiguo, en pleno
corazón del centro histórico de la ciudad.
A ella
confluyen la plaza del Triunfo, la barreduela de Santa Marta y las calles Don Remondo, Mateos Gago y Placentines.
Entre los
edificios más representativos de esta plaza se encuentran la Catedral, con la Giralda, el palacio Arzobispal y el convento de la Encarnación.
Es una de las
plazas más transitadas de Sevilla, especialmente por los numerosos grupos de
turistas que tienen aquí una de sus paradas obligadas. De carácter
esencialmente peatonal, bajo los naranjos del frente del convento y al pie de
la Giralda suelen encontrarse muchos de los coches de caballos que hacen su
particular recorrido por esta zona de la ciudad.
Singular
protagonismo toma esta plaza en festividades muy especiales como son el Corpus Christi o la Semana Santa, pues su portada gótica denominada de los
Palos se
convierte en puerta de entrada o de salida de los distintos cortejos
procesionales, motivo por lo cual su entorno se prepara y engalana de manera
excepcional.
Es ésta una
plaza de trazado irregular, de amplias proporciones y de un marcado carácter
monumental, que aparece presidida por la catedral y la Giralda, ambas declaradas
en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Giralda, convertida en
símbolo representativo de toda la ciudad, tiene desde aquí su acceso y su mejor
visión de conjunto. El resto de este frente de la plaza lo constituye la
cabecera de la catedral, donde se mezclan elementos góticos como la propia portada de los Palos, junto
con otros renacentistas como es el ábside con el que se cierra la Capilla Real.
Cerrando su
frente contiguo aparece el Palacio Arzobispal, un espléndido edificio barroco que muestra a la plaza una de las mejores
portadas en este estilo con que cuenta la ciudad.
Después
de la reconquista de Sevilla en 1248 por el santificado rey Fernando III de Castilla, son cedidas unas casas en 1251 por el mismo rey
a Raimundo de Losana, obispo de Segovia,
para que se estableciese en la ciudad. Estas casas estaban edificadas sobre
construcciones almohades que a su vez estaban construidas sobre un conjunto
termal de la época romana, hallados a un nivel más profundo.
Del
palacio mandado levantar para don Raimundo, que fue el primer obispo de Sevilla
después de la reconquista, no queda prácticamente resto alguno.
A
lo largo de los siglos se fue ampliando hasta que a mediados de siglo xvi una de las reformas lo deja con
la estructura que se puede ver en el presente, alrededor de dos patios de
estilo manierista que es lo primero que percibe el visitante del monumento.
Tiene una extensión de 6.700 m² ocupando casi toda una manzana.
La
portada, de estilo barroco, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias y Diego Antonio Díaz,
fue construida en el xviii,
está considerada una de las mejores del barroco sevillano, cabe destacar los
colores albero y sangre de toro con que está decorada, colores que acompañan a
otros edificios emblemáticos de la ciudad.1
En
las últimas décadas del siglo xviii,
el entonces arzobispo, Alonso Marcos de Llanes Argüelles, dotó y abrió la biblioteca del palacio. Además,
realizó varios encargos al pintor José Suárez para la decoración del palacio, y también para
el palacio arzobispal de Umbrete, utilizado por los arzobispos como residencia
estival.2 Durante la guerra de la Independencia, fue utilizado como sede de la comandancia general
del ejército francés y residencia del mariscal Soult y
sus oficiales. Años después fueron los duques de Montpensier que
estaban recién llegados a la ciudad, los que ocuparon sus estancias como
vivienda ocasional mientras se realizaban obras en el palacio de San Telmo.
Nada
más cruzar el umbral de la portada lo primero que se puede observar son dos
patios de estilo manierista construidos entre los siglos xvii y xviii, el segundo posee una fuente del siglo xvi, detrás de este patio se encuentran
las dependencias del Archivo General del Arzobispado y la biblioteca, que
conserva toda la documentación eclesiástica de la archidiócesis hispalense,
datando los más antiguos del siglo xiv,
los fondos de este archivo está siendo reordenados y clasificados desde el año
1972 bajo la supervisión de la Institución Colombina habiéndose catalogados
aproximadamente más de 13.000 legajos, unos 300 pergaminos y cerca de 800
libros llegando a ocupar más de 2.500 metros lineales.
Cabe
destacar su escalera central, de un solo tiro y tres tramos, una auténtica obra
de arte que data de la segunda mitad del siglo xvii, diseñada por fray Manuel Ramos, realizada con mármoles de colores y decorada con
pinturas murales atribuidas a Juan de
Espinal.
También
son admirables el salón principal con su techo pintado al fresco con setentas
lienzos exaltando a la iglesia católica, y el resto de salones.
Además
posee una importante colección de pinturas y esculturas del barroco sevillano,
repartida por el palacio, superada únicamente en Sevilla por el Museo de Bellas Artes y
la catedral, convirtiéndose en la tercera pinacoteca de la ciudad. Entre sus
pinturas se pueden ver obras de Francisco Herrera el Viejo, Francisco
Pacheco, Zurbarán, Murillo, Juan de Zamora y Juan de
Espinal. A esto hay que añadir
colecciones procedentes de las escuelas italiana y holandesa, también de estilo
barroco.
Estos
fondos pictóricos fueron catalogados en 1979 por Valdivieso y Serrera
determinando que existen 296 pinturas, conteniendo obras que datan de los
siglos xvi al xx, aunque la mayoría de ellos están
datados entre los siglos xvii al xviii.
El
palacio posee en su patio interior en la fachada oeste una ventana ficticia o
falsa con su correspondiente reja, simulando una ventana real, por razones
desconocidas.
Su
cercanía con la catedral hizo posible que antiguamente se comunicaran ambos
edificios por pasajes o pasillos balconados.
El siguiente
frente lo cierran algunos de los edificios de tipo residencial que forman parte
del comienzo de las calles que llegan hasta la plaza por ese lado. Y
finalmente, el último frente lo ocupa casi en su totalidad el convento de la
Encarnación, un edificio de líneas arquitectónicas en claro contraste con los
anteriores, que abre la portada de su recoleta capilla en este frente.
En el centro
de la plaza se levanta una elegante fuente de piedra, de taza baja y perfil
mixtilíneo, que se corona con una farola de forja de varios brazos y se remata
con una pequeña cruz del mismo material.
Antes de todo eso, fue un solar con vegetación, un corral, que ejercía
de «salón de plenos», de lugar oficial de las reuniones de los Cabildos
municipales y catedralicios, por poco ortodoxo que eso parezca. Y se denominaba esta Plaza EL
CORRAL DE LOS OLMOS
Bibliografía e Internetgrafia: (parte I y
II)
FALCÓN MÁRQUEZ, Teodoro, El palacio
arzobispal de Sevilla, Córdoba, Caja Sur, 1997.
FERNÁNDEZ LÓPEZ, José, “Los techos pintados
del Palacio Arzobispal de Sevilla”, en SERRERA CONTRERAS, Juan Miguel, Velázquez
y Sevilla Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, Sevilla,
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, 1999, pp. 158-171.
MORA-VICENTE, Gregorio; ROMO SALAS, Ana
Salud, “Intervención arqueológica de urgencia en Palacio Arzobispal de Sevilla.
Sectores de archivo y tribunal. Primera fase de los trabajos. Sondeos I-II-IV.
Aportaciones a la Sevilla republicana”, Anuario Arqueológico de
Andalucía, vol. 3. 2003, pp. 179-196.
VALDIVIESO, Enrique; SERRERA CONTRERAS, Juan
Miguel, Catálogo de las pinturas del Palacio Arzobispal de Sevilla,
Sevilla, editado por los autores, 1979.
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