El pabellón deChile de la Exposición Iberoamericana de sevilla de 1929 es obra del arquitecto español, afincado en Chile, Juan Martínez Gutierrez .
Se encuentra ocupando una manzana, que da a la calle La Rabida y las avenidas de Perú, Uruguay y Chile.
Su ubicación quedaba cercana a los otros pabellones
internacionales en la muestra de Estados Unidos, Perú y Uruguay, así como al teatro Lope de Vega y el Casino de la Exposición
El 19 de Noviembre de 1924 fue invitado oficialmente el Gobierno de la República de Chile por el
de España a participar en la Exposición, aceptando éste el ofrecimiento
el 21 de Enero de 1926.
En 1927 la Asociación de Arquitectos de Chile organizó un concurso de
proyectos, en cuyas bases se especificaba que sería una edificación permanente,
que se resuelve el 19 de agosto; el proyecto de Juan Martínez Gutiérrez, profesor de
Construcción Decorativa de la Universidad de Santiago, con pequeñas
modificaciones, sería el ganador del concurso por unanimidad. Aunque hubo algo
de polémica cuando se dio a conocer al público al considerarse que tenía un
cierto aire morisco que no daba la imagen que la sociedad chilena quería dar de
su país. El inicio de las obras se ponen en marcha en 1927, tras conocerse el
fallo del concurso, trasladándose a Sevila el arquitecto Martínez Gutiérrez
el 31 de octubre.
El Ayuntamiento de Sevilla les cedería los terrenos para
la construcción de su pabellón el 28 de noviembre de ese mismo año; haciéndose
entrega de la parcela el día 29 en presencia de Carlos de
Borbón y Borbón, Infante de España, Emilio Rodríguez Mendozadon, ministro
plenipotenciario de Chile, Jose Cruz Conde, comisario
regio de la exposición, Nicolás Díaz Molero, alcalde de Sevilla, y el arquitecto. Aunque las obras
realmente no comenzarán a ejecutarse hasta el 4 de Agosto de 1928 sin aparente justificación.
Sin embargo, surgieron complicaciones de orden
económico; así habrá que modificar algunos aspectos del plan original, la
empresa constructora presentó su renuncia el 21 de diciembre paralizando las obras e
incluso cesa el arquitecto cuatro meses antes de finalizar la obra. El arquitecto
había realizado unas modificaciones respecto al planteamiento inicial que
suponían un aumento en el gasto presupuestado de 1.300.000 pesetas; en Chile se
tenía gran interés en dar una buena imagen en la Exposición y se amplió el
presupuesto resultando el coste final de la edificación de 1.800.000 pesetas,
no obstante fue a costa del cese de Martínez Gutiérrez, que fue sustituido por
el arquitecto sevillano Casto Fernández Shaw.
Martínez Gutiérrez tenía la concepción del
planteamiento original como un anteproyecto, es decir, unas trazas generales
que podrían ajustarse, adaptándose en función de las necesidades reales que en
la ejecución se viesen pertinentes; entre tales necesidades las propias del
programa expositivo, imprescindible para el autor de la obra su conocimiento y
que no se había aún definido por el comité chileno. Gran parte del desajuste se
debió a una demora en la construcción causada porque el arquitecto prefirió
hacer acopio de materiales antes que nada en previsión de la plausible carencia
de los mismos una vez comenzaran las obras monumentales de la exposición que
podrían poner en riesgo la provisión de estos; por otro lado, gracias al
material seleccionado, la obra una vez se comenzara sabía que se ejecutaría con
gran rapidez, a un ritmo muy superior al de otros pabellones cuya fábrica era
de ladrillo visto.
Sería este acúmulo de material el que ocasionaría el
déficit que condujo a la retirada de la instructora por los impagos, conflicto
que tardaría en resolverse y en el que hubo que buscar una mediación para
resolver el conflicto, siendo uno de los mediadores el propio Fernández Shaw,
haciéndose cargo de la obra después del abono la cuantía requerida otra
empresa.
Las modificaciones fueron un punto de desencuentro con
las instituciones chilenas, pues se consideró que no se había ceñido al
proyecto original, así el ala que estaría destinada a espacio consular, en
origen a la derecha del patio, finalmente se había ubicado en el otro extremo,
al otro lado del edificio destinado a las exposiciones (quedando junto a la
calle de La Rábida). Otro punto de fricción es que Martínez Gutiérrez obligó a
que los decoradores chilenos de los elementos de la fachada se desplazaran a
Sevilla para hacer su trabajo, bajo su supervisión directa, además pretendió
infructuosamente seleccionar a artistas españoles para dicha labor; cuando en Chile
se hubiera preferido que se produjesen en casa. Todo ello condujo a su cese, el
cual no parece que a Martínez Gutiérrez le supusiera una sorpresa.
El nuevo encargado de la obra, Fernández Shaw, tras
más de dos meses de paralización reanuda las obras, pero a pesar de ajustarse a
la idea original no pudo concluirlas para la fecha de inauguración del evento.
De este modo, el edificio se termina en mayo pero el proyecto no se completaría
hasta mediados de agosto de 1929.
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