1947
Casi
7.000 personas se vieron en 1947 expulsadas de
su casa por la riada del Guadalquivir. No solo en Sevilla se sintieron sus
efectos, también en la provincia. Las crónicas de la época
hablan de muchas poblaciones anegadas: Alcalá del Río, Brenes,
La Algaba, Tomares, San Juan de Aznalfarache, Gelves, La Puebla, Coria...
Mientras, en Sevilla se sucedían los problemas. El río arrastraba
cadáveres de las víctimas del agua, la corriente se llevó un barco amarrado en
San Telmo hasta el puente de Alfonso XIII, río
abajo. También hubo derrumbe de casas en San Pablo, Parras y Torrijano.
La
fuerza del agua, que se llevó vidas y casas,
anegó zonas enormes de la ciudad, y la Pañoleta era un enorme lago. Lo mismo
ocurrió en la Alameda, donde estuvieron achicando agua una semana.
En la memoria
de muchos sevillanos hay aún imágenes muy parecidas a las que estos días se han
visto en el recorrido del río Ebro, porque el Guadalquivir también ha querido
recuperar su dominio muchas veces. No hace tanto, en 2010, el río se salió de
madre e inundó numerosas poblaciones ribereñas llegando sus aguas a ocupar la
zona del Charco de la Pava.
Otra de las más
famosas inundaciones son las que se produjeron en 1961, aunque en aquel caso el
que se desbordó fue el arroyo Tamarguillo, pero hoy, 4 de marzo, se cumplen 68
años de una de las inundaciones más graves provocadas por el desbordamiento del
Guadalquivir en Sevilla y buena parte de los municipios ribereños.
De la gravedad
de aquella inundación, en una época en la que las penurias de la posguerra proseguían
y en la que no había pantanos con los que poder laminar la fuerza con la que el
Guadalquivir clamaba por su espacio, da cuenta la cifra de refugiados: 6.887
según cuentas las crónicas de la época. Entre los afectados, uno muy singular:
el general Gonzalo Queipo de Llano, que se quedó aislado, junto con su familia,
en el cortijo Gambogaz, en Camas. El entonces alcalde de Sevilla, Rafael
Medina, llegó a mandar al teniente de alcalde del Ayuntamiento, Manuel Grosso,
y a miembros de la Policía Urbana en una barca para rescatarlo, pero al no
caber todos los que estaban allí en la misma, el general declinó el
ofrecimiento.
Esas mismas
crónicas señalan que la subida del nivel del río en 80 centímetros provocó
inundaciones en Peñaflor, Villaverde del Río, La Rinconada, Alcalá del Río,
Brenes, La Algaba, Tomares, San Juan de Aznalfarache, Gelves, La Puebla y Coria
del Río(donde se produjeron varios derrumbes) y que en Sevilla capital el agua
inundó buena parte de Triana, desde el Tardón y el barrio León a la calles
Betis o Castilla, Puerta Real, Gravina, el Museo, Trajano y la Alameda.
Cuentan que
hubo varios fallecidos (vieron flotando cadáveres en el río), que la fuerza del
agua hizo que un barco que estaba en los muelles de San Telmo se le rompieran
las amarras y llegase hasta el puente de Alfonso XIII, que desde Triana a la
Pañoleta aquello era un lago y que varias casas se derrumbaron en calles San
Pablo, Parras y Torrijiano.
También
tuvieron que desaguar el mercado de Entradores y hasta la cripta de la capilla
de Nuestra Señora de los Dolores en la Catedral y se habilitaron edificios para
hospitales provisionales al tiempo que se abrió una cuenta con donativos para
los damnificados por las riadas.
En algunos
lugares, como la Alameda, las labores para retirar el agua se prolongaron
durante una semana
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