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En el año 2018 se conmemoro el el 400 aniversario del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo,
hecho ocurrido a finales de Diciembre de 1617, siendo bautizado el 1 de Enero
de 1618 en la entonces existente Parroquia de Santa María Magdalena. En la actual
Iglesia se conserva la Pila Bautismal, según reza la placa conmemorativa del
III Centenario, colocada por la Real Academia de Bellas Artes. …Sevilla, la
Leyenda se unio a tal efeméride ofreciendo a través de sus páginas de Facebook y
de Blogger a todos sus miembros, un extenso reportaje de su vida y obra,
elaborado a lo largo de más de tres meses, el cual, dado que su biografía y el
catálogo de obras realizadas son muy amplios, se va a dividio en dieciséis
entregas. En cada pintura se incluyen las características y dónde se encuentran
cada una de ellas, todo lo cual ha supuesto manejar infinidad de información y
consultar no menos de 100 páginas en Internet, textos y libros, dedicando
muchas horas para tratar de conseguir un trabajo digno y que honre como se
merece a nuestro inmortal sevillano, al que llaman, no sin razón, “El Pintor de
los Cielos”. Deseamos que este trabajo de divulgación de la vida y obra de
Murillo, que se ha realizado con la mayor ilusión sea de vuestro agrado.
Juan Sainz.
NOTA: Los textos de
la biografía que se acompañan con cada serie de 8 fotos de sus pinturas,
necesariamente no coincide con las pinturas que se muestran, para ello debajo
de cada una de ellas se da un detalle
Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla,
bautizado el 1 de enero de 1618–3 de abril de 1682) fue un pintor barroco
español. Formado en el naturalismo tardío, evolucionó hacia fórmulas propias
del barroco pleno con una sensibilidad que a veces anticipa el Rococó en algunas
de sus más peculiares e imitadas creaciones iconográficas como la Inmaculada
Concepción o el Buen Pastor en figura infantil. Personalidad central de la
escuela sevillana, con un elevado número de discípulos y seguidores que
llevaron su influencia hasta bien entrado el siglo XVIII, fue también el pintor
español mejor conocido y más apreciado fuera de España, el único del que
Sandrart incluyó una breve y fabulada biografía en su Academia picturae
eruditae de 1683 con el Autorretrato del pintor grabado por Richard Collin.
Condicionado por la clientela, el grueso de su producción está formado por
obras de carácter religioso con destino a iglesias y conventos sevillanos, pero
a diferencia de otros grandes maestros españoles de su tiempo, cultivó también
la pintura de género de forma continuada e independiente a lo largo de buena
parte de su carrera.
Murillo debió de nacer en los últimos días
de 1617 pues fue bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla
el 1 de enero de 1618. Era el menor de catorce hermanos, hijos del barbero
Gaspar Esteban y de María Pérez Murillo, que procedía de una familia de
plateros y contaba entre sus parientes cercanos con algún pintor. Conforme al
uso anárquico de la época, aunque alguna vez firmó Esteban adoptó comúnmente el
segundo apellido de la madre. Su padre era un acomodado barbero, cirujano y
sangrador al que en ocasiones se le da tratamiento de bachiller, y del que en
un documento de 1607 se decía que era «rico y ahorrador», arrendatario de
algunos bienes inmuebles junto a la iglesia de San Pablo cuyos derechos heredó
Bartolomé y le proporcionaron rentas durante casi toda su vida. Con nueve años
y en el plazo de seis meses quedó huérfano de padre y madre y fue puesto bajo
la tutela de una de sus hermanas mayores, Ana, casada también con un barbero
cirujano, Juan Agustín de Lagares. El joven Bartolomé debió de mantener buenas
relaciones con la pareja pues no mudó de domicilio hasta su matrimonio, en
1645, y en 1656 su cuñado, ya viudo, le nombró albacea testamentario.
BIBLIOGRAFIA: Para la confección de este trabajo se han consultado en
estas fuentes. Sin los datos en ellas existentes no habría sido posible
realizar este trabajo.:
datosatutiplen.wordpress
commons.wikimedia.
https://aznalfarache.blogspot.com/2013/07/murillo-y-el-hospital-de-la-caridad-de.html
http://www.murilloysevilla.org/
unaventanadesdemadrid.com
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Bartolomé Esteban Murillo -
“Autorretrato”
Autorretrato, hacia 1670, óleo sobre lienzo, 122 x 107 cm, Londres, National Gallery.
En este cuadro, pintado por deseo de sus hijos, Murillo se autorretrató dentro
de un marco ovalado con molduras, apoyando en él una mano para reforzar el
efecto naturalista del trampantojo y acompañado por los
instrumentos propios del arte de pintor: lápiz, papel y compás para el dibujo,
paleta y pinceles para el color, en una demostración de orgullo por la posición
social alcanzada con su oficio solo comparable en la pintura española al
autorretrato de Velázquez en Las
meninas
En este curioso autorretrato, Murillo nos mira muy serio desde dentro
de un marco ovalado de piedra, con una inscripción en latín debajo que dice: “Bartus
Murillo seipsum depin/gens pro filiorum votis acpreci/bus explendis” (Bartolomé
Murillo se retrata a sí mismo para satisfacer los deseos y plegarias de sus
hijos). Supongo que los chicos quedarían encantados con la instantánea. Este
tipo de marco con cartelito era bastante habitual en los grabados de la época.
A ambos lados, el artista ha colocado varios elementos que aluden a su
profesión como artista: la paleta con los pinceles, un dibujo a sanguina, la
sanguina con la que lo ha pintado, una regla y un compás.
Lo más llamativo son esos engaños visuales tan típicos del barroco, que
nos incomodan un poco porque descolocan nuestra percepción de la realidad. La
superficie de piedra sobre la que está colocado el marco se extiende más allá
del borde del mismo, haciendo imposible que el artista pueda estar de pie,
posando detrás. Esto significa que estamos viendo un cuadro dentro de otro
cuadro, no a una persona real. Sin embargo, esa mano que apoya en el marco nos
está diciendo justo lo contrario. Por otro lado, la pintura blanca que vemos en
la paleta del artista es en realidad un pegote de pintura con esa forma (más
tridimensional que pintado).
Pila bautismal.
En esta pila
bautismal, procedente de la antigua iglesia parroquial de Santa María
Magdalena, fue bautizado el 1 de enero de 1618 Bartolomé Esteban Murillo. Fue
el último hijo del matrimonio formado por el barbero cirujano Gaspar Esteban y
María Pérez Murillo. La familia vivía en una casa situada junto al Convento de
San Pablo, aunque no se sabe con certeza dónde pudo estar situada, pues el
urbanismo de la zona fue profundamente renovado.
Al padre de
Murillo se le menciona como un “hombre rico y ahorrador como era notorio”. Esta
circunstancia hubo de motivar que la familia viviera holgadamente y privada de
estrecheces económicas.
Partida de bautismo de Bartolomé Esteban
Murillo, En Archivo Parroquial de la Magdalena, Sevilla. De 1 de Enero de 1618
El 1 de enero de 1618 era lunes y Gaspar Esteban y María Pérez Murillo bautizaron
en la parroquia sevillana de la Magdalena al menor de
sus 14 hijos, Bartolomé,
cuya partida de bautismo conservada en el archivo de la iglesia es el primer
testimonio del pintor, al desconocerse su día de nacimiento.
La iglesia de la Magdalena, que en tiempos de Murillo no
ocupaba el edificio actual sino uno desaparecido a unos pocos metros de
distancia, conserva en sus archivos varios documentos que permiten seguir el rastro de la familia del genio
barroco cuyo IV centenario se conmemora ahora. Murillo pasó sus primeros años
en el entorno de esta parroquia y, junto a sus padres y hermanos, fue un
insigne feligrés.
Con motivo del Año Murillo, la iglesia exhibe algunos documentos
relacionados con esa familia sevillana, entre ellos la partida de bautismo del pintor,
en la capilla bautismal del templo, donde se conserva la pila de la iglesia
original en la que Bartolomé Esteban Pérez -para la historia Murillo por el
cambio de apellidos que introdujo en la familia su hermana Ana- recibió el
sacramento.
«En lunes, primero día del mes de henero de mil y
seiscientos y diez y ocho años. Yo, el licenciado Francisco de Heredia,
benefiçiado y cura de santa yglesia de la Magdalena de Sevilla, baptizé a
Bartolomé, hijo de Gaspar Esteuan y de su lijítima muger María Pérez. Fue su
padrino Antonio Pérez al qual se le amonestó el parentesto espiritual y lo
firmé», reza
el documento que puede leerse en el
libro de bautismos número 16 abierto por el folio 121.
Se trata del primer documento escrito sobre Murillo,
ya que la fecha exacta de su nacimiento se desconoce -aunque por los usos de la
época de bautizar a los niños recién nacidos se supone que fue en los últimos
días de 1617- al igual que el lugar de su alumbramiento, pues la casa familiar
tampoco se sabe exactamente dónde estaba, por los cambios urbanísticos que ha
ido sufriendo esta zona del casco histórico de Sevilla.
Sí se sabe que vivían en la calle de las Tiendas -hoy Murillo-, junto al antiguo Convento de
San Pablo, donde hoy se ubica la parroquia, ya que la antigua en la que fue
bautizado Murillo se encontraba a pocos metros, en la actual Plaza de la Magdalena,
si bien la parroquia como tal se trasladó a la iglesia conventual (reconstruida
en su formato actual en 1691), y con ella sus archivos.
La vinculación familiar con la parroquia queda patente
en la exposición, donde también pueden verse la partida de casamiento de sus
padres (el 24 de julio de 1588), su ingreso como hermano en la cofradía del
Rosario del convento de San Pablo (el 7 de febrero de 1644), la partida de su matrimonio con Beatriz de
Cabrera (el 26 de febrero de 1645) y la partida de nacimiento de
su hija María (el 24 de marzo de 1646).
En el archivo parroquial se conservan también las partidas de bautismo de sus 13
hermanos -él se llamó Bartolomé como el segundo, fallecido prematuramente-, las
de defunción de sus padres (en 1627 y en 1628, que fueron enterrados en el
antiguo convento y en la iglesia) y la de bautismo del segundo de los diez
hijos que tuvo Murillo, José Felipe, de 1647, tras cuyo nacimiento el
matrimonio se mudó a otra zona del casco histórico.
En la parroquia de la Magdalena no hay ningún cuadro de Murillo,
aunque sí de coetáneos, como un San Miguel y un San Gabriel de Pedro Roldán o
el lienzo «Bautismo
de Cristo» de su discípulo Juan Simón Gutiérrez, en la capilla
que acoge la muestra.
Como curiosidad, muchos años antes del nacimiento de
Murillo, en 1544, el antiguo convento de San Pablo acogió un acontecimiento
importante para otro famoso Bartolomé, la consagración como Obispo de Chiapas
de Fray Bartolomé de las Casas, «protector de los indios del Nuevo Mundo» según la
lápida que lo recuerda.
EL
CONVENTO DE SAN PABLO
La
primitiva iglesia parroquial de Santa María Magdalena se encontraba, hasta su
destrucción a comienzos del siglo XIX, en la plaza que actualmente lleva su
nombre. La parroquia fue trasladada en 1810 al antiguo convento de San Pablo el
Real, una de las instituciones religiosas más importantes que llegó a tener
Sevilla y cuyos antiquísimos orígenes se encuentran en tiempos de Fernando III.
Entonces hubo de construirse un edificio gótico del que quedan algunos
vestigios, pero su aspecto actual se debe a una reconstrucción realizada entre
1691 y 1709 por el arquitecto Leonardo de Figueroa.
La
iglesia del ex convento presenta una planta de tres naves con cinco capillas en
la cabecera, destacando la central, donde luce un monumental retablo presidido
por Santa María Magdalena. El interior de la iglesia está profusamente decorado
con altares, yeserías, pinturas y esculturas. La ornamentación pictórica del
templo fue diseñada fundamentalmente por el pintor Lucas Valdés a comienzos del
siglo XVIII, y refleja un programa iconográfico dedicado a exaltar la Orden
Dominica.
Murillo
desarrolló una estrecha relación con la Parroquia de Santa María Magdalena,
donde fue bautizado el día 1 de enero de 1618. En el entorno de la parroquia
residió el artista durante las primeras décadas de su vida, ingresando en la
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario en 1644 y contrayendo matrimonio con
Beatriz de Cabrera, en febrero de 1645, en esta Real Parroquia de Santa
María
LA VISIÓN DE FRAY LAUTERIO
La primera obra de Murillo
La Virgen con fray Lauterio, san Francisco de Asís y santo Tomás de
Aquino, hacia 1638-1640, óleo sobre lienzo, 216 x 170 cm, Cambridge, Fitzwilliam Museum.
Una cartela en
el ángulo inferior derecho explica el contenido de este inusual asunto, en el
que la Virgen aconseja al franciscano fray Lauterio, estudiante de teología, la
consulta de la Summa Theologiae del aquinatense
para resolver sus dudas de fe
“La visión
de fray Lauterio“, conocida también como “La Virgen con fray Lauterio,
san Francisco de Asís y santo Tomás de Aquino“, es la primera obra de Murillo de que se tiene noticia.
El cuadro
fue pintado hacia 1638-1640, y para interpretarlo debidamente ha de
conocerse la historia de fray
Lauterio, el monje franciscano que lo protagoniza.
Parece ser
que, entregado al estudio de la Teología, fray Lauterio se encontró en cierto
momento con algún escollo de difícil interpretación. Mediante la oración,
invocó a san Francisco de Asís.
Acudieron a su llamada la Virgen
María, santo Tomás de
Aquino y el mismísimo san Francisco. Le aconsejaron entonces que
leyera atentamente la obra Summa Theologiae, de santo Tomás. Fue
gracias a su estudio que fray Lauterio logró disipar sus dudas.
En el cuadro
aparece fray Lauterio a la derecha, sosteniendo el libro de santo Tomás,
mientras escucha con atención las explicaciones de san Francisco. De su boca
brota un rayo de luz, en el que aparece una frase en mayúsculas: Crede
huic quia eius doctrina non deficiet in aeternum (‘Cree esto, porque
esta doctrina no acabará jamás’). Al mismo tiempo, señala directamente a santo
Tomás con el índice, indicando al fraile que a él es a quien ha de acudir en
busca de la explicación.
Retrato a Belle
Josua van Belle, 1670, óleo sobre lienzo, 125 x 102 cm, Dublín, National Gallery of
Ireland. Murillo retrató a Belle,
comerciante holandés llegado a Sevilla en 1663, con la elegante actitud propia
del retrato nórdico que pudo conocer en las colecciones de pintura de los
comerciantes de esa procedencia establecidos en la ciudad, ante una cortina de
vivo color púrpura que no se aprecia en esta reproducción.
Josua van
Belle era de nacionalidad holandesa, procedente posiblemente de Rotterdam,
establecido como comerciante en Sevilla desde 1663. Se dedicaba al transporte
naval, falleciendo en su presunta ciudad natal en 1710. En algún momento de sus
estancias en Sevilla encargó a Murillo este magnífico retrato en el que se
aprecian claramente las influencias de la escuela holandesa. El modelo aparece
en pie, representado desde algo más arriba de sus rodillas, con una vestimenta
elegante. Con su mano derecha sujeta un sombrero mientras en la izquierda lleva
los guantes. Pero la importancia de la obra reside en como Murillo ha sabido
captar la psicología del retratado, centrando su atención en el rostro
iluminado por un foco directo. La cabeza de largos y rubios cabellos se recorta
ante una cortina de color púrpura, resaltando su perfecta volumetría.
SAN
DIEGO DE ALCALÁ DANDO DE COMER A LOS POBRES
En 1645 Esteban Murillo realiza una serie de lienzos destinados a El Claustro
Chico del Convento en San Francisco de Sevilla, exactamente realiza 13 lienzos
de los cuales 11 tienen como tema principal la exaltación cristiana o la
caridad en la vida de frailes de la orden.
San Diego de Alcalá desempeña las labores más humildes a lo cual se nombra
hermano lego, es procedente de Sevilla y muere en el Convento Franciscano de
Alcalá de Henares en 1463 y es canonizado en 1589.
En esta obra se encuentra San Diego durante una plegaria de acción de gracias
antes de servir a los pobres comida en una olla.
El protagonista en esta arrodillado en la parte izquierda de esta obra y a su derecha un niño de espaldas también arrodillado , las
demás figuras poseen diferentes posturas y se encuentran en planos paralelos.
En 1441 San Diego parte como misionero a las islas Canarias y en 1450 se
traslada a Roma y, finalmente regresa a España.
En las obras frecuentemente se representa joven a pesar de que alcanza los
sesenta años.
Normalmente los pobres piden en la puerta del convento y, San Diego siempre
acude con comida, motivo por el cual los superiores se encuentran molestos y en
una de estas ocasiones los panecillos que lleva San Diego se convierten en
rosas, lo que impide el regaño de sus superiores.
En el momento de su muerte, San Diego aprieta un crucifijo contra su corazón.
Óleo sobre lienzo, 173 x 183 cm. La obra representa al religioso franciscano San Diego
de Alcalá repartiendo comida entre los menesterosos, y es uno de los
cuatro lienzos del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo que se
conservan en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, situada en
la ciudad de Madrid (España)
En segundo plano y en el centro, dos pucheros: el de
la anciana de la toca oscura, y, a su derecha, el del viejo contrastando tras
el plato de loza blanca... El puchero tenía una ventaja sobre el plato: podía
ponerse al fuego para calentar o cocinar la comida, además de servir de
recipiente para comer o beber... En un rótulo, al pie del cuadro, puede
leerse:
Da de comer al Pobre
y el prouecho / Reciue Diego de que el Pobre Coma / El Pobre Come y Diego
satisfecho. / El dar las gracias por su quenta toma. / Mira en el Pobre a
Dios y de su pecho / Caridad todos a Dios le ofrece Aroma / I a un tiempo
exercitando vida activa / El Santo goza la corona dichosa.
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