La plaza
de Pumarejo es una plaza de forma cuadrangular situada en el barrio de San Gil, en el Distrito Casco Antiguo
de la ciudad de española
de Sevilla, (Andalucía).
Ubicada intramuros de la ciudad,
históricamente, y con gran dinamismo en la actualidad, ha sido un marco
espacial privilegiado para el desarrollo de la vida social del barrio, y en
ella se ubican quioscos, el ambulatorio de la Seguridad Social, varios bares y
tabernas, algunos comercios y las sedes de varias asociaciones. Desembocan a
esta plaza las calles de fray
Diego de Cádiz, Aniceto
Sáenz, Torreblanca
y Relator,
mientras que la calle San Luis
recorre su lado oeste.
El espacio recibe su nombre en honor de Pedro Pumarejo,
caballero Veinticuatro
vecino de la ciudad que derribó en el siglo
XVIII una manzana de casas para crear la plaza y con
ello darle mayor visibilidad a su propio palacio
que había construido poco antes.
La casa-palacio
de los Pumarejo está situada en el nº 3 de la plaza
a la que da nombre. Fue la residencia del conde Pedro
Pumarejo, caballero veinticuatro del Cabildo de Sevilla. Tiene
una superficie de 1.892,35 m². Fue construida en el último tercio del siglo
XVIII y está declarada Bien de Interés Cultural.
Fue construida en el último tercio
del siglo XVIII sobre una casa vecinal que adquirió al Monasterio de San Jerónimo
de Buenavista. Una vez comprada la casa Pedro Pumarejo, en 1775
ordenó derribar más de 70 casas circundantes para crear espacio que diera
realce al edificio y facilitar el acceso. De esa forma queda configurada la
zona con una plaza frente a la casa palacio.
Pedro Pumarejo era un mercader de
productos de las Indias que rindió hidalguía en Santoña, Cantabria,
en 1753 y se instaló en Sevilla. En 1785 la familia vendió la casa, que pasó a ser
propiedad municipal y luego pasó por diversas manos.
De Casa de los Pumarejo pasó a ser Colegio de los Niños Toribios en
el siglo
XIX.( La Sevilla del siglo XVIII sufría problemas similares
al resto de España, pero agravados por el traslado de la Casa de Contratación a
Cádiz, lo que conllevo la supresión en la ciudad el monopolio del comercio con
las Indias. Este hecho produjo una gran crisis económica y un aumento alarmante
de la pobreza. Numerosos niños vagaban por las calles sin protección, sin
alimentar, la mayoría de las veces a medio vestir y empleando su tiempo en
fechoría, sin asistir a la escuela, porque en estas fechas no era asunto del
Gobierno, sino obra de beneficencia o negocios privados en manos del gremio de
maestros. El Ayuntamiento tampoco invertía en temas de educación y tan solo las
clases acomodadas tenían acceso a la cultura, el resto de la población tan solo
preocupaba del hambre.
En esta situación es cuando se produjo la creación de los NIÑOS TORIBIOS , una fundación que debía su nombre al
fundador, TORIBIO DE VELAZCO, un asturiano de buenas costumbres que llego a
Sevilla para dedicarse a la venta de libros piadosos, y que había procesado en
la Orden Tercera de San Francisco. Viendo la triste suerte de los niños
abandonados pensó en un medio para apartarlos de este tipo de vida, y concibió
la idea de fundar un hospicio donde recoger y educar a la multitud de niños que
permanecían por calles y plazas completamente desamparados y corregir con ello
la lacra de la mendicidad infantil.
Esta obra caritativa la inicio en el año 1724 en su casa de
la calle Peral acogiendo a 18 niños.)
Posteriormente se convirtió en casa
de vecinos en 1883.
La planta alta se reformó para albergar pequeñas viviendas, y en la baja se
establecieron talleres y comercios. Sin embargo, la estructura del edificio no
ha sido demasiado alterada.
Es una casa-palacio característica
del siglo
XVIII, de dos plantas de altura en todo su perímetro, y ordenada en
torno a dos patios porticados: el patio noble de la casa, y el de servicio.
En el patio principal hay que
destacar el zócalo de azulejos y las columnas de caoba de Cuba; presenta una
ornamentación y elementos decorativos de estilo mudéjar muy
elaborados, con una alta carga representativa que se ha mantenido en buena
medida hasta nuestros días. El segundo patio, de configuración más sencilla en
huecos y decoración, ha sufrido una progresiva ocupación que le ha llevado a
cambiar su estructura original.
Al exterior, destaca la portada con
balcón, con un arco muy rebajado y
decoración de molduras mixtilineas y flanqueada de semicolumnas adosadas. El
resto de la gran fachada está muy cambiada por los diversos avateres del
tiempo.
En la esquina de la calle fray Diego
de Cádiz existe un balcón en ángulo con el escudo de la familia.
Fue declarado Bien de Interés
Cultural en 2003.
Declarada Lugar de Interés Etnológico en el Catálogo General del Patrimonio
Histórico Andaluz.
Tras su muerte, el palacio albergó el Colegio
de los Niños Toribios, y a finales del siglo XIX fue reconvertido en
viviendas particulares, estando catalogado en la actualidad como Bien de Interés Cultural.
Existió en medio de la plaza una fuente de
mármol, que se abastecía del agua de los Caños de Carmona, que aún se
conservaba a mediados del siglo XIX, trasladada junto a la pared de las
Atahonas
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