El secreto que esconde la escultura de
Aníbal González en la Plaza de España de Sevilla.
Los autores de la estatua incluyeron un
pequeño homenaje a sus hijos recién nacidos
En mayo del año 2011 se descubrió el homenaje al arquitecto sevillano Aníbal González en
el mismo emplazamiento que lo convirtió en un mito de la arquitectura. Desde un
posición privilegiada, la escultura de dos metros y medio contempla la obra
cumbre de este artista que marcó durante décadas el estilo constructivo de toda
una ciudad. Sin embargo, pocos sabían aquel día que los tres autores de la
estatua habían escondido un secreto.
En la cultura norteamericana llaman un «Easter Egg»,
es decir, un huevo de pascua a cuando los autores de una obra, como una
película, esconden mensajes con los que hacen referencia a cuestiones
personales o vinculaciones de la propia historia. Eso mismo es lo que
hicieron Manuel Nieto, Guillermo Plaza y Manuel Osunacuando
estaban diseñando la efigie.
«En un principio, pensamos en ponerle una especie de pin
en la solapa de la chaqueta y a partir de ahí decidimos ponerle algo escondido
para que la gente lo buscara. Finalmente, decidimos hacer un pequeño
homenaje a nuestros hijos, porque en el transcurso de la realización
de la escultura, los tres fuimos padres. Así que le pusimos tres manos, una por
cada uno de nuestros hijos» explica Guillermo Plaza.
Obviamente, esta idea no estaba contemplada en el
diseño presentado al Ayuntamiento de Sevilla y
con el que ganaron el concurso público. Lo hicieron a escondidas, sin decir
nada a nadie. Sólo se enteró el fundidor que estaba implicado en el proyecto.
«La verdad es que después de inaugurarse le contamos a
los responsables del Ayuntamiento lo que habíamos hecho y les hizo mucha
gracia. No obstante, las manos están tan escondidas, que se no altera el diseño o imagen de la escultura», añade Manuel Nieto.
Hay que tener en cuenta que la figura de Aníbal
González se ubica en uno de los espacios más protegidos, desde el punto de
vista artístico y patrimonial, de Sevilla y que, por
tanto, cualquier acción debe estar sujeta a la supervisión pertinente. De
hecho, el diseño fue pensado como una escultura de corte clásico, basada en
la propia personalidad del arquitecto. Por ello, ese
«huevo de pascua» debía hacerse de manera disimulada, imperceptible a simple
vista.
Lo que no quieren revelar los tres autores es dónde se
encuentran escondidas las tres manos de sus bebés. Sólo una pista, hay mirar
bien lo que guarda en sus ropajes el autor de la Plaza de España.
Fuente ABC Sevilla.
CASA DONDE HABITO SU VIUDA.
La casa número 14 de Avenida de la Palmera, el 31 de Mayo de 1930, primer
aniversario de su muerte, se inauguran unas obras que, bendecidas por el
Cardenal Ilundain acaban a finales de 1932, entregándosele a la familia el
último día del año.
La casa esconde una historia de agradecimiento y un homenaje póstumo de
Sevilla a quien cambio radicalmente su apariencia, otorgándole uno de sus
monumentos más icónicos: la Plaza de España. Se trata del antiguo hogar
de Aníbal González, o mejor dicho, de su viuda, Ana Gómez
Millán, y sus hijos.
El arquitecto fue la alma mater de la Exposición
Iberoamericana, no sólo por su legado material sino por haber participado
activamente de la organización.
Sin embargo, desavenencias con el comité le llevaron de la
dirección de obras a quedar fuera de la muestra, cuando los
preparativos enfilaban la recta final.
El esplendor con que hoy se recuerda la figura de Aníbal González no
se corresponde con la realidad de sus últimos días, que precisamente le
sobrevinieron poco después de la inauguración de la Iberoamericana, el 9 de
mayo, dejando a la familia con escasa solvencia.
Facturas por cobrar, fondos invertidos en la inconclusa Basílica de la
Milagrosa de la Buhaira y otros envites le llevaron «pobre» a la muerte,
como recogieron algunos diarios del momento.
Para ayudarles, el periódico «El Liberal» planteó edificar
una vivienda para la familia a partir del dinero de todo aquel que quisiera
«devolver» lo que «el glorioso artista» había dado a Sevilla.
Tanto fue así que participaron todas las clases sociales, las mismas que
también se dieron cita en el multitudinario sepelio del 31 de mayo,
día de su muerte. En especial fabricantes de materiales, contratistas y
maestros de obra.
Suscripción popular
La iniciativa tuvo
gran acogida y seguimiento por los medios de comunicación de la época. En ABC,
por ejemplo, se hizo un recuento diario, durante algunos meses, de las
distintas aportaciones.
De esta forma conocemos que, a 20 de octubre de 1929, el total entre
donativos en metálico y donaciones de materiales de construcción ascendía
a 150.000 pesetas. De esas, 10.000 fueron donadas por el Círculo Mercantil,
por poner un ejemplo.
Los lugares para la
recogida monetaria eran la Depositaría Municipal, los casinos y las redacciones
de la prensa local del momento.
Así, en unos terrenos del Marqués de Esquivel, se produjeron
entre 1930 y 1932 las obras de lo que hoy es el número 14 de la avenida de la
Palmera. Cercana a significativas obras de González como la Plaza de
América y la Casa de Las Palmeras, para Torcuato Luca de
Tena.
La entrega se realizó el día 31 de diciembre de 1932, a las tres y media de
la tarde, al tiempo en que, en la iglesia del Sagrario, se oficiaba una misa
en su memoria y, en el cementerio, se colocaba una corona de
flores sobre la tumba del arquitecto.
La prensa de la época relata como «el inmueble, cuya traza y construcción,
genuinamente sevillanos, honran por igual a los arquitectos y obreros que en
ellas han intervenido, será entregada por el alcalde, Sr. La Bandera, en
nombre de la Comisión Organizadora del homenaje, y tendrá lugar en el mismo
sitio de su emplazamiento, paseo de la Palmera, hoy avenida de Mayo».
Fuente ABC 2015.
BIOGRAFIA EN PARTE (2) su legado
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