ALBORES DE PRIMAVERA
Durante mucho tiempo la
Semana Santa sevillana hubo de compartir con la Feria el cartel que año tras
año difundía estas festividades. Desde 1881, el Ayuntamiento sevillano he
editado anualmente un cartel propagandístico para difundir en la propia ciudad,
en el resto del territorio español y en el extranjero, las Fiestas de
Primavera. Sin embargo, hasta 1890 no apareció en el cartel un motivo
relacionado con la Semana Santa; fue dicho el cartel obra de José García Ramos
y en él figuraba de gran tamaño la figura de un nazareno, vestido de negro con
cirio en la mano.
Esta primera referencia no quedó tipificada en adelante, porque hasta 1895 no vuelve a constatarse la iconografía de la Semana santa en el cartel, esta vez con un breve retazo que describe la salida del templo de un paso de Cristo acompañado de sus nazarenos.
La primera alusión a una imagen procesional concreta se efectúa en 1896 en un espléndido cartel de Francisco Narbona. Se trata de una representación de la imagen de Jesús del Gran Poder a la que se le dedica un reducido espacio en la parte superior izquierda. Sigue en años sucesivos constatándose la presencia de motivos iconográficos alusivos a la Semana Santa, basados generalmente en figuras de nazarenos desfilando y se llega al año 1900 en el que el autor del cartel, Gonzalo Bilbao, realizó una bella alegoría en la que contrapone la Sevilla profana de la Feria con la Sevilla religiosa de la Semana Santa a través de dos bellas figuras femeninas, una vestida de blanco alusiva al divertimento profano y la otra de negro referida al sentimiento religioso. Esta contraposición afortunada hizo escuela y logró configurar un tema que en años sucesivos se volvería a tratar de forma reiterada.
Desde principios del siglo XX se fueron editando carteles que generalmente mantuvieron un alto nivel creativo y esplendido resultado visual. Las alusiones a la Semana Santa siguieron personificándose a la presencia de nazarenos que se contraponen con bellas jóvenes con mantones y abanicos o con figuras de toreros.
Después, coincidiendo con etapas de marcado laicismo en la vida loca y nacional, se advierte la ausencia de temas de Semana Santa en el cartel y así puede comprobarse que de 1910 a 1925 no aparecen representaciones relacionadas con los desfiles procesionales, excepto en el cartel de 1913, obra de Gonzalo Bilbao en el que, de nuevo, pero con menor fortuna que en 1900, contrapone el espíritu de la Sevilla profana con la religiosa.
Grandes pintores fueron dejando por estos años prueba de su talento en magníficos carteles. Así a los nombres ya citados, añadiremos nombres como Honheleiter, Bacarisas y más tarde Juan Miguel Sánchez. Precisamente fue este último artista citado quien, en 1931, realizó el primer cartel de Fiestas de Primavera dedicado exclusivamente al tema religioso, prescindiendo en él de cualquiera iconografía profana. Se editó con el título de "Luz y Gracia de Sevilla" y mostraba una ejecución técnica excelente, con tintas planas y colores cálidos. La iconografía seleccionada por Juan Miguel Sánchez fue la del palio de la Macarena consiguiendo plasmar así el que sin duda es el mejor cartel de cuantos se han realizado a través del tiempo, con el tema de Semana Santa. Con este cartel se llegó a la culminación de todo proceso creativo, ya que nunca volvió a superarse, aunque en años sucesivos el autor creó más carteles para la Semana Santa, pero no logró superar este, que quedó para la Historia.
En las últimas décadas se constata una cierta reactivación merced al encargo que el Ayuntamiento hace a renombrados pintores locales, en las que se han creado algunos ejemplares notables, como es el realizado por Carmen Laffón en 1983, obra que refleja la delicadeza y exquisita sensibilidad de esta pintora.
Esta primera referencia no quedó tipificada en adelante, porque hasta 1895 no vuelve a constatarse la iconografía de la Semana santa en el cartel, esta vez con un breve retazo que describe la salida del templo de un paso de Cristo acompañado de sus nazarenos.
La primera alusión a una imagen procesional concreta se efectúa en 1896 en un espléndido cartel de Francisco Narbona. Se trata de una representación de la imagen de Jesús del Gran Poder a la que se le dedica un reducido espacio en la parte superior izquierda. Sigue en años sucesivos constatándose la presencia de motivos iconográficos alusivos a la Semana Santa, basados generalmente en figuras de nazarenos desfilando y se llega al año 1900 en el que el autor del cartel, Gonzalo Bilbao, realizó una bella alegoría en la que contrapone la Sevilla profana de la Feria con la Sevilla religiosa de la Semana Santa a través de dos bellas figuras femeninas, una vestida de blanco alusiva al divertimento profano y la otra de negro referida al sentimiento religioso. Esta contraposición afortunada hizo escuela y logró configurar un tema que en años sucesivos se volvería a tratar de forma reiterada.
Desde principios del siglo XX se fueron editando carteles que generalmente mantuvieron un alto nivel creativo y esplendido resultado visual. Las alusiones a la Semana Santa siguieron personificándose a la presencia de nazarenos que se contraponen con bellas jóvenes con mantones y abanicos o con figuras de toreros.
Después, coincidiendo con etapas de marcado laicismo en la vida loca y nacional, se advierte la ausencia de temas de Semana Santa en el cartel y así puede comprobarse que de 1910 a 1925 no aparecen representaciones relacionadas con los desfiles procesionales, excepto en el cartel de 1913, obra de Gonzalo Bilbao en el que, de nuevo, pero con menor fortuna que en 1900, contrapone el espíritu de la Sevilla profana con la religiosa.
Grandes pintores fueron dejando por estos años prueba de su talento en magníficos carteles. Así a los nombres ya citados, añadiremos nombres como Honheleiter, Bacarisas y más tarde Juan Miguel Sánchez. Precisamente fue este último artista citado quien, en 1931, realizó el primer cartel de Fiestas de Primavera dedicado exclusivamente al tema religioso, prescindiendo en él de cualquiera iconografía profana. Se editó con el título de "Luz y Gracia de Sevilla" y mostraba una ejecución técnica excelente, con tintas planas y colores cálidos. La iconografía seleccionada por Juan Miguel Sánchez fue la del palio de la Macarena consiguiendo plasmar así el que sin duda es el mejor cartel de cuantos se han realizado a través del tiempo, con el tema de Semana Santa. Con este cartel se llegó a la culminación de todo proceso creativo, ya que nunca volvió a superarse, aunque en años sucesivos el autor creó más carteles para la Semana Santa, pero no logró superar este, que quedó para la Historia.
En las últimas décadas se constata una cierta reactivación merced al encargo que el Ayuntamiento hace a renombrados pintores locales, en las que se han creado algunos ejemplares notables, como es el realizado por Carmen Laffón en 1983, obra que refleja la delicadeza y exquisita sensibilidad de esta pintora.
Fuente Regina Osta/ ABC
Sevilla
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