El convento de Santa
Clara de Sevilla, también conocido como Real Monasterio de Santa Clara, es
un edificio ubicado en la calle de Santa Clara de la ciudad de Sevilla, en la comunidad autónoma de Andalucía, España. En la actualidad es
utilizado con fines culturales por el Ayuntamiento de Sevilla,
aunque hasta el siglo
XX estuvo destinado al culto católico,
constituyendo sus dependencias un convento de
religiosas clarisas de clausura..
Fue fundado en 1289 por
el rey Sancho IV de Castilla, y
levantado junto a un antiguo palacio perteneciente a su tío , el infante Fadrique
de Castilla. El complejo conventual fue construido
entre los siglos
XVI y XVII.
Para ello se incrustó literalmente al palacio, una construcción mudéjar levantada tras
la conquista cristiana de la ciudad, y de la que únicamente conserva la
denominada Torre de Don Fadrique,
de factura románica y gótica, que realizada en sillería es un ejemplo único en
la ciudad.
Dentro de las estancias conservadas en la
actualidad se encuentran el refectorio,
el claustro mayor en estilo renacentista, las cocinas, dormitorios y otras
dependencias domésticas, la enfermería y la estancia que ocupaba la antigua
iglesia conventual, que fue reutilizada como cementerio. Finalmente se localiza
la iglesia, que fue reformada por los arquitectos Juan de Oviedo y Miguel de Zumárraga entre
1620 y 1622, revistiendo sus paramentos interiores con yeserías, incorporando
el pórtico lateral y definiendo su espadaña. El pórtico de acceso a la iglesia
fue copiado para realizar el de la Basílica de La Macarena,
y su retablo mayor está dedicado a diversos santos de la orden; además contiene
otros cuatro retablos menores, realizados por Juan Martínez Montañés.
En los años 2000 el convento fue sometido a una
rehabilitación para adaptarlo a usos culturales, sin embargo, esa restauración
de 6 millones de euros no daría para restaurar el edificio al completo,
quedándose muchas salas sin restaurar. Dicha restauración terminaría siendo una
modificación del edificio. Los restos de las monjas del convento que se
encontraban enterrados en la sala De Profundis fueron
desenterrados en las obras y, al acabarse el presupuesto se imposibilitó
reconstruir la sala, de forma que los restos más antiguos fueron enviados
al Museo Arqueológico de Sevilla y
el resto fue enterrado en una fosa común.
El convento conserva tras la restauración sus
paredes colmadas de azulejos. En el Museo de Victoria y Alberto de
Londres se exponen azulejos procedentes del convento. Tras las obras de
remodelación del edificio para adaptarlo como cultural, una pequeña cantidad de
azulejos de salas reformadas se conservaron en cajas, si bien a la postre se
pusieron en valor en el Museo Mudéjar de Sevilla.
Nota: Para
la realización de este monográfico se han utilizado las siguientes fuentes:
Hemeroteca
ABC/ m. j. lora
TripAdvisor
Leyendasdesevilla
wikipedia.org/
jardinesdesevilla.es
La Torre y don Fadrique
La Torre de don Fadrique, con su pequeño jardín,
cargada de misterio, magia y romanticismo, ha permanecido durante décadas
abandonada a su propia suerte en un perdido rincón del Convento de Santa Clara,
junto a la Alameda de Hércules, entre la calle Santa Clara y la calle Becas.
Su historia se remonta al siglo XIII.
Tras la ocupación de Sevilla en 1248 por las tropas
cristianas de Fernando III y el consecuente “repartimiento de la ciudad”, el
infante don Fadrique –hijo de Fernando III– recibe varias propiedades cerca de
la que fuera Laguna de la Feria, intramuros de la cerca almohade.
En ellas, Fadrique levanta en 1252 la torre
que ha llegado a la actualidad.
La Torre –enclavada entre huertas, intramuros– se
eleva como auténtico símbolo de poder, quizás como muestra de fuerza de don
Fadrique frente al nuevo rey, su hermano Alfonso.
Con 65,30 m de altura, la Torre de don Fadrique
–aislada de cualquier edificio desde su construcción– se levanta con la
contundencia propia de las construcciones románicas –tan escasas en la ciudad–
aunque en los tramos superiores muestra un claro estilo gótico. De hecho, la
torre –que muestra una puerta de acceso de estilo románico tardío– se torna
esencialmente gótica en sus ventanas superiores y en las bóvedas de crucería de
las salas interiores.
Esta construcción refleja la influencia italiana que
impregnó al infante don Fadrique durante su estancia en la corte italiana de
Federico II entre los años 1240 y 1245, aunque también presenta rasgos franceses
y singularidades propias de la arquitectura sevillana.
La Torre de don Fadrique, con planta cuadrada de 7’75
metros de lado, está estructura en tres cuerpos, cubiertos de bóvedas y
comunicados por escaleras de fábrica. En la planta baja se abre la puerta de
acceso –con una inscripción latina sobre la misma que indica el año de su
construcción, 1252– y ventanas saeteras; la sala intermedia presenta ventanas
románicas y la superior ventanas de estilo gótico. Desde esta última se accedía
a la azotea almenada mediante una escalera de mano.
La atmósfera mágica de la Torre está impregnada por
historias lejanas, leyendas, recuerdos de un pasado imaginario. Una de estas
leyendas nos cuenta que la Torre fue lugar de encuentro del infante Fadrique
con su joven madrastra Juana de Ponthieu, tras la muerte de su padre, Fernando
III, en 1252. Y que Alfonso X el Sabio –hermano del infante– lo mandó procesar
por mantener relaciones con la viuda del rey. Las crónicas históricas
demuestran, sin embargo, que los hechos fueron menos poéticos: el
ajusticiamiento –una década más tarde de que doña Juana hubiese retornado
definitivamente a la corte francesa– se produjo por conspirar contra su
hermano, el rey. Sea como fuere, Fadrique fue condenado a muerte y ejecutado en
Toledo en 1277.
La
construcción, se encuentra en perfectas condiciones, y es propiedad del Ayuntamiento de Sevilla,
encontrándose protegida por la declaración genérica del decreto de 22 de abril
de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el patrimonio histórico español. Actualmente,
está considerada como BIC (Bien de Interés Cultural) (fue
declarada Monumento
histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional
mediante decreto de 3 de junio de 1931).
La Junta de Andalucía la incluyó en el
reconocimiento especial a los castillos de la comunidad autónoma de Andalucía.
En septiembre de 2014, se da orden,
por parte del ayuntamiento, para que se acometan obras de limpieza y
restauración, para añadirla a la visita del entorno, Convento de Santa Clara.
Dicha restauración se dio por finalizada tras la presentación de la misma el 14
de enero de 2015.
Según cuenta la leyenda,
que en poco se parece a la realidad de los hechos, el rey Fernando III de Castilla,
que había enviudado con casi 50 años de edad de su primera esposa Beatriz
de Suabia, contrajo nuevo matrimonio con Juana de Danmartín, con la finalidad de
acercarse políticamente a Francia. La diferencia de edad entre el rey y su
nueva esposa, era cercana a los 30 años, pues ella tenía 17.
Poco después el rey inició la
campaña para la conquista de Córdoba y Sevilla,
tras lo cual, se instalaron en el Alcázar de Sevilla,
Falleció el rey cuatro años después, quedando la viuda en Sevilla, sin más
compañía que la de sus doncellas.
Un día visitó el Alcázar el
infante Fadrique, hijo de Fernando III y Beatriz
de Suabia, y por tanto hijastro de Juana aunque sus edades, eran de 27 y 25
años respectivamente. Don Fadrique que nunca había vivido en Sevilla, acudió a
presentar sus respetos a doña Juana. Desde ese día, salieron juntos a cazar
junto al Guadalquivir en varias ocasiones, y a
pesar de las críticas, estas salidas continuaron produciéndose.
Con la llegada del invierno, la caza
a la orilla del río resultaba difícil por lo que Fadrique mandó construir una
torre para que la reina viuda pudiese cazar teniendo cerca un fuego aunque las
explicaciones que dio a quienes le preguntaban era que dicha torre, era para la
defensa de la ciudad ante posibles incursiones musulmanas. Para los que
entendían de estrategia militar esta explicación no nada convincente, ya que la
torre, se encontraba en el interior de las murallas.
El rey Alfonso
X para evitar las murmuraciones de la corte, decidió
trasladarla a Toledo,
pero la nobleza de Sevilla y el pueblo se unieron a una guerra contra los
amantes, ya que era inadmisible que una reina viuda se volviera a casar ni que
tuviera amores secretos.
Desde entonces, cuando la reina
salía junto al infante del Alcázar para dirigirse a la torre, se cerraban todas
las puertas y ventanas de las casas antes de que llegara a su altura la reina.
El 24 de junio, santo de la reina, se enviaron más de 200 invitaciones desde el
Alcázar, pero ni uno sólo de los invitados acudió al banquete. Fue este día
cuando la reina ordenó recoger todas sus cosas y las de sus hijos para volver a
Francia.
La reina embarcó en una Falúa en el
embarcadero real, y mientras surcaba el río camino al Atlántico, dirigió una
última mirada con los ojos llenos de lágrimas a la torre, que durante 3 años
había sido su nido de amor. Con un pañuelo hizo una señal en dirección a la
Torre dónde don Fadrique le hacía una señal de adiós con la mano.
El rey Alfonso X de Castilla, hijo de Fernando
III y hermano del Infante, autorizó el proceso contra este obligado por la
nobleza y el clero. Don Fadrique fue sentenciado a muerte por haber ofendido el
decoro real al tener relaciones ilícitas con la viuda del rey, tras lo cual,
fue ejecutado en Burgos. Desde entonces la Torre de don Fadrique
no volvió a ser utilizada.
La realidad es que el infante
D.Fadrique murió por orden del rey Alfonso X, acusado de intrigar contra el
soberano; como expone la documentación de la época, de manos del propio Alfonso
X, "el rey mandó afogar a don Fadrique", pena generalmente
usada para actos de traición, el ahogamiento en agua. La actitud del infante no
fue nueva, traicionando a su hermano en varias ocasiones, solo que esta vez, en
1277, el rey no decidió perdonarle. Según M. González Jiménez la idea del
infante podría definirse como un movimiento para destronar a Alfonso X en favor
de su joven hijo Sancho (posteriormente Sancho IV) y él posicionarse a modo de
tutor de su sobrino, controlando así el poder.
La torre se entendería como una
estructura militar, función que podría ratificarse por las continuas intrigas
palaciegas contra su hermano el rey Alfonso X, y su similitud con torres
militares ubicadas en Italia donde D. Fadrique residió; algunos investigadores
también han apuntado a un pabellón de caza.
Nota: Para
la realización de este monográfico se han utilizado las siguientes fuentes:
Hemeroteca
ABC/ m. j. lora
TripAdvisor
Leyendasdesevilla
wikipedia.org/
jardinesdesevilla.es
VISTAS DE CALLE ROTULADA EN HONOR A D. FADRIQUE
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