Las Atarazanas de Sevilla,
que se conservan en la actualidad en el barrio del Arenal, constituyeron la
industria naval propiedad de la Corona de Castilla en la ciudad.
Estuvieron operativas entre los siglos XIII y XV. Atarazana es sinónimo de
astillero.
Estaban especializadas en la
construcción de galeras, las cuales jugaron
un papel importante en las luchas por el control del estrecho de Gibraltar, así como en la
participación castellana en la guerra de los Cien Años. El complejo
consistía de un edificio de diecisiete naves junto a una gran explanada de
arena que llegaba hasta la orilla del río Guadalquivir.
El 13 de marzo de 1969 el Estado declara
Monumento Histórico Artístico a las Atarazanas, y el 18 de junio de 1985 se
aumentó el grado de protección del inmueble declarando a la Maestranza
de Artillería (que ocupa las siete naves que se conservan y otras estructuras, como
un pabellón delantero) Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
La primera noticia que se tiene de unos
astilleros en la ciudad data del siglo I a.C, cuando tiene lugar la guerra
civil entre Pompeyo y Julio César:
[Terencio Varrón] practicó un reclutamiento por toda la Provincia [de
Hispania Ulterior] y a sus dos legiones completas añadió treinta cohortes
auxiliares. Almacenó una gran cantidad de trigo que parte debía enviar a los de
Marsella y parte igualmente, a Afranio y Petreyo. Ordenó a los gaditanos
construir diez navíos de línea y, además, procuró que se construyeran bastantes
en Híspalis
Julio César. De Bellum civile. 49 a.C.
En el siglo IX se producen una serie de
ataques normandos (vikingos) en las costas peninsulares, uno de ellos en
Sevilla. Esto motiva al califa Abd al-Rahman II a reforzar la muralla de
Isbylia (de origen romano) y a crear una flota de guerra permanente. Con este
fin, ordena la construcción de unos astilleros en Sevilla:7
[...] que se construyese una atarazana en Sevilla, y que se fabricasen
barcos; se preparó la fábrica recultando a hombres de mar de las Costas de
España, a quienes dio buenos suelos y proveyó de instrumentos o máquinas para
arrojar betún ardiendo.
Ibn al-Qutiyya, Crónica de la conquista de Al Ándalus.
Unos 200 años más tarde, en 1184, el
califa Abu Yacub Yusuf I ordenó al entonces gobernador de la ciudad, Abu Dawud Yalul
ben Yildasan la fabricación de unos astilleros donde, en un corto espacio de
tiempo, construir una gran flota para hacer frente a los reinos cristianos.
No se sabe con certeza donde se
encontraban las antiguas atarazanas. De acuerdo con las labores arqueológicas
realizadas se sabe que las atarazanas castellanas que hoy se conservan no se
edificaron sobre ninguna anterior…
Fernando III, rey de Castilla y
León, conquista Sevilla a los musulmanes en 1248. Tras realizar conquistas por
gran parte de la península decide emprender campañas militares para tomar
también el norte de África y prevenir así posibles amenazas que pudieran
provenir de esa zona. Para ello decide construir en Sevilla varios bajeles y
galeras. No obstante, Fernando fallece en 1252 y su hijo, Alfonso X, concuerda con la
utilidad de crear una flota y ordena la construcción de las atarazanas.
El lugar elegido fue un terreno fuera
del recinto amurallado y muy cerca
del Guadalquivir, en la zona
comprendida entre la torre del Oro, la torre de la Plata, la puerta del Carbón y el postigo del Aceite.
Por ello, en el barrio de El Arenal se levantaron 17
naves de fábrica de ladrillo en sentido
perpendicular al Guadalquivir y delante de la cerca almohade de la ciudad,
que cubrían unos 15.000 metros cuadrados.
Las Atarazanas también incluían la
denominada Resolana del Río, una gran explanada de arena que llegaba hasta la
orilla del Guadalquivir. Se trató de una de las mayores instalaciones
industriales de la Baja Edad Media en Europa, de extensión comparable
a la que tenía por entonces el Arsenal de Venecia.
Arquitectónicamente se trata de
una obra gótica y mudéjar construida toda ella en fábrica de
ladrillo, que muestra el influjo del arte almohade en las construcciones medievales
en la ciudad de Sevilla. Asombran las dimensiones de sus anchas y largas naves
adosadas y cubiertas por bóvedas de arista, apropiadas para la construcción de
los mayores barcos de la época. Estas naves se comunican lateralmente a través
de gruesos arcos ligeramente apuntados y enfrentados entre sí que arrancan
directamente desde el suelo, y que en su conjunto provocan en su interior
perspectivas atractivas.
En 1253 ya había diez galeras
construidas y el rey Alfonso designó a diez capitanes o cómitres, algunos de
ellos franceses e italianos que habían venido a colaborar en la Reconquista.12 Los cómitres y sus herederos debían de
cuidar y reparar la galera que se les entregase y usarla siempre en nombre del
rey y bajo la dependencia del almirante mayor de Castilla (cargo creado por
Alfonso en 1254). En 1407, reinando Juan II, en Sevilla ya había
70 cómitres. El Almirante Mayor de Castilla tenía también voz y voto en el
cabildo municipal.
Además de como astillero, la Corona usó
las Atarazanas para otras funciones ya desde sus primeros siglos de
funcionamiento. Por su gran tamaño, sirvieron para albergar asambleas y
festejos públicos. También eran un lugar natural para almacenar el botín y los
prisioneros capturados por las flotas de los reyes castellanos. En ocasiones
sirvieron de cárcel para la élite social, por ejemplo para los nobles afines al
rey Pedro I tras la victoria
de su rival Enrique II.
Las Atarazanas fueron capaces de
construir frecuentemente flotas de veinte galeras y, en ocasiones especiales, de
hasta treinta. Los reyes castellanos las utilizaron en las luchas por el
control del estrecho de Gibraltar contra los
musulmanes y también en incursiones contra Inglaterradurante la guerra de los Cien Años. Para su construcción
y armamento se movilizaba temporalmente una mano de obra de entre 400 y 500
artesanos que, a cambio de trabajar para la Corona por la mitad del salario
habitual, gozaban de grandes privilegios fiscales todo el año. Por este motivo
se les llamaba "francos". Además la Corona poseía en las Atarazanas
un número indeterminado de esclavos, principalmente prisioneros musulmanes,
que se encargaban de las tareas más penosas. La madera para la construcción de las naves se traía de
bosques propiedad de la Corona situados en la sierra Norte de Sevilla.
Las naves podían albergar gran cantidad
de galeras y bajeles, así como todos los pertrechos para su montaje, reparación
y mantenimiento. También se guardaban en ella los botines de guerra. En su interior
trabajaban calafates, carpinteros, herreros y otros artesanos. Los que trabajan
ahí estaban bajo la autoridad del alcaide de los Alcázares (el
palacio-fortaleza cercano) y de las Atarazanas. Este alcaide era nombrado por
el rey. El cargo de alcaide solía recaer en un noble que, a veces, delegaba el
ejercicio de su labor en un hombre de confianza.
En el primer tercio del siglo XV las
Atarazanas armaron sus últimas grandes flotas de galeras. Quince naves fueron destinadas a una
incursión contra Inglaterra en 1420 y un número indeterminado a la guerra
contra Aragón en 1430. Tras estas contiendas, los pedidos de los reyes
castellanos se volvieron cada vez más escasos. A mediados de siglo se pudrían
en sus instalaciones los cascos de unas veinte galeras, construidas pero no
armadas.
Durante los últimos estadios de la
Reconquista los Reyes Católicos instalaron la sede de su corte en Sevilla. A
finales del siglo XV se realizaron, por mandato de estos, algunas obras de
reparación de los astilleros. Posteriormente, en 1493, los Reyes Católicos
aprueban que la pescadería se traslade de la Plaza de San Francisco a la
primera nave (la más cercana al Postigo del Aceite) de las Atarazanas. En esa nave
se situaron varias lonjas de pescado y algunas viviendas.
El 14 de febrero de 1503, con motivo de
la constitución de la Casa de Contratación de Indias, se destinó la nave más al
sur como sede de la Casa. No obstante, el 5 de junio se trasladaría la sede de
la Casa al Alcázar. En 1587 la aduana de la ciudad se situó en las naves 13,
14 y 15, al sur del edificio. A lo largo del siglo XVI una nave fue alquilada
como almacén de aceite y otra como almacén de lanas. El alcaide sería el
encargado de la vigilancia del recinto y del cobro de todos los alquileres.
Otra nave fue destinada a almacén de mercurio, que era traído en sacos de
pellejos de cordero de minas de Almadén y que luego se usaba para ayudar a
extraer plata en las minas americanas.
Además de la necesidad de almacenes,
hubo otras razones para el cese de su uso como astilleros. En primer lugar,
tras el final de las guerras con Inglaterra y de las batallas por el estrecho de Gibraltar, el reino de Castilla
dejó de necesitar flotas de guerra de manera tan frecuente. En segundo lugar,
el diseño arquitectónico de las Atarazanas las hacía capaces de construir
únicamente galeras, y este tipo de embarcación fue perdiendo capacidad de
combate frente a diseños novedosos de veleros como la carraca y la nao, que eran más rápidos
y fuertes y tenían mucha mayor autonomía gracias a sus
tripulaciones menos numerosas. Para la Corona además resultaba más ventajoso
económicamente alquilar veleros privados a sus propietarios que construir y
mantener flotas permanentes de galeras. Por último, la subida al trono en 1475
de Isabel I y su
marido Fernando (llamados Reyes Católicos años después)
supuso que los soberanos de Castilla pasaron a disponer de los astilleros de
galeras de la Corona de Aragón, que posiblemente
fueran más baratos que el de Sevilla.
A pesar de que la carga de trabajo de
las Atarazanas cada vez era menor, el número de artesanos ligados oficialmente
a ellas apenas se redujo. Ello provocó frecuentes protestas del Concejo de Sevilla sobre la
injusticia que representaban las exenciones fiscales de estos
"francos" así como de otros oficios protegidos. Entre otras labores,
hasta 1549 la nave cuarta de las Atarazanas estaba destinada a la fabricación
de bombas para achicar agua en los barcos, por lo que era conocida como
"nave del bombero".
En 1570 se construiría una gran galera
en Barcelona que sería llevada a Sevilla para ser decorada con motivos
alegóricos renacentistas. Esta fue la galera Capitana que iba comandada por
Juan de Austria durante la batalla de Lepanto.
El 5 de junio de 1593 el rey Felipe II
prohibiría por Real Cédula que los barcos construidos en las atarazanas
sevillanas se emplearan para los viajes a las Indias aduciendo la peor calidad
de la madera empleada en ellos frente a la mejor calidad de la de los
astilleros del norte de España.
Poco a poco las Atarazanas dejaron de
lado su función de astilleros para ser almacenes comerciales. Además de los
elementos citados también se almacenó azúcar, jengibre, canela, plantas
medicinales y maderas nobles provenientes de las Indias. En el siglo XVIII se
rotularon con un cartel que decía: "La Real Casa de Atarazanas de Azogues
de Indias".
A lo largo de su historia el edificio de
las Atarazanas Reales ha sufrido transformaciones importantes. En la actualidad
quedan en pie solo siete de las diecisiete naves originales.
La primera gran intervención
arquitectónica sobre el edificio de las Atarazanas tuvo lugar en el año 1641 con la
construcción del Hospital
de la Caridad y su iglesia, que ocupó cinco de las naves, cuyos arcos todavía
pueden vislumbrarse hoy día.
En 1719 el Gobierno
dispuso que cinco naves pasasen a almacenar material de artillería, función que
ya habían ido desempeñando las Atarazanas desde 1587. En 1762 comenzó una gran
reforma del Cuerpo de Artillería que llevaría al cabo de los años a que
la Maestranza
de Artillería sita en las Atarazanas contase con un gran depósito de carruajes y
pertrechos para suministrar a las tropas, lo que acabó traduciéndose en una ampliación
en la capacidad de talleres y almacenes con la anexión de dos naves más para
completar las siete que ocuparía el Ejército hasta el siglo
XX. En 1782, las Maestranzas de Cádiz y Málaga se fusionaron en la de Sevilla, quedando esta
como abastecedora única para toda Andalucía y Extremadura y, un año más tarde, también para
las Indias, lo cual conllevó una nueva operación arquitectónica
que transformó parte del edificio y levantó la fachada actual.
Aparte de la construcción de la Caridad
en el siglo XVII, el resto de la estructura del edificio original sobrevivió
completa hasta 1945, cuando cinco de las naves fueron derribadas para dejar
sitio a la construcción del actual edificio de la Delegación de Hacienda.
Las Atarazanas de Sevilla están
declaradas Bien
de Interés Cultural y catalogadas como Monumento Nacional desde 1969. En 1993pasaron a ser
propiedad de la Junta de Andalucía, cuya Consejería de
Cultura realizó obras de rehabilitación hasta 1995. En 2009 la Junta le
cedió el edificio a la entidad financiera La Caixa por un periodo de 75 años a fin de
que construyera en él un centro de difusión cultural denominado CaixaForum Sevilla. A finales
de 2012 La Caixa anunció que construiría el Caixaforum en otro lugar de la
ciudad, lo cual desató un conflicto con la Junta de Andalucía que concluyó con
un acuerdo por el que la entidad financiera invertiría 10 millones de euros en
otro proyecto cultural distinto en las Atarazanas.
Las Atarazanas fueron usadas como
escenario de la serie Juego
de Tronos para recrear las criptas de la Fortaleza Roja. El rodaje se llevó a
cabo en noviembre de 2016 para la séptima temporada.
video: https://youtu.be/2SgxlZ-YMkg
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