El mar
ya no es aquel de nuestras
tardes,
ahora es remolino
embravecido,
es el choque brutal
de nuestras olas.
no hay barca ni timón.
no hay rumbo fijo.
Vamos de tempestad
en calma
a la tormenta,
de corazón incierto
a la caricia
y de la voz alzada
a la ternura.
Quiero que amaine pronto,
que serenen las aguas,
que los vientos
soplen brisas suaves,
para poder dormir
entre tus brazos
sin enturbiar la mar
del pensamiento.
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