Una calle en la desembocadura del Tagarete
“Almirante Lobo”
El año de su muerte, Sevilla
le dedicó una calle al gran marino español. El lugar para hacerlo era conocido
entonces como la calle Pilotos, en recuerdo de la Escuela de Navegación
impartidas en el cercano palacio de San Telmo. Pero, esta calle es un lugar estratégico
en Sevilla, pues por allí discurre de forma subterránea el arroyo Tagarete, que
desemboca justo al lado de la Torre del Oro. En 1864, la calle fue
denominada Jerez, pues arrancaba justo en la puerta del mismo nombre, que fue
demolida ese mismo año.
Según recoge el «Diccionario
histórico de las calles de Sevilla», editado por la Consejería de Obras
Públicas y el Ayuntamiento, «la demolición en 1828 de un tramo del lienzo de
muralla que unía la Torre del Oro con la Puerta de jerez, y el posterior derribo
de ésta en 1864, junto al embovedamiento del Tagarete, permitió la construcción
de viviendas apoyadas en la muralla».
Se conoce que sobre el arroyo
Tagarete existió durante el siglo XIII «una alcantarilla o pueblecito que
permitía el paso por la ribera del Guadalquivir; en el siglo XVIII ya había
dos, construyéndose una tercera y, entre 1864 y 1866, fue cubierto ese tramo
del arroyo. Sobre él se colocó un arrecife con arbolado
y, más tarde, hacia 1903, se le dotó de amplias aceras».
Miguel Lobo y Malagamba se distinguió en las operaciones llevadas a caba por la Armada española en las guerras de Marruecos y del Pacífico, entre 1859 y 1866. Nacido en San Fernando en 1821, era hijo de Manuel Lobo, Caballero de Alcántara, y de Juana Malagamba. Su meteórica carrera le llevó al cargo de coronel del Ejército por su actuación en el desembarco llevado a cabo en la Batalla de Los Castillejos en Marruecos, en 1866. Entonces, el capitán de fragata Lobo descendió con la caballería del general Prim por el valle en el que habían desembarcado y que consiguieron ocupar casi todos los objetivos, haciendo que el enemigo se batiera en retirada. De esta forma, el gobierno de Leopoldo O’Donnell tenía el camino expedito en su camino a Tetuán para vencer al sultán Muley el-Abbás, que perdió unos 2.000 hombres.
Seis años más tarde, en el combate de El Callao, durante la Guerra Hispano-Sudamericana, tomó el mando de la batalla cuando cayó herido el almirante Méndez Núñez –que también da nombre a una famosa calle comercial de Sevilla–.
Tres años antes de su muerte, tomó parte del bloqueo del puerto de Cartagena cuando la insurrección cantonal de la Península, consiguiendo vencer a los sublevados al mando de las fragatas Almansa, Vitoria y Zaragoza y del vapor Colón. Entonces, fue nombrado capitán general del Departamento de Cartagena.
Lo que no pudieron hacer los soldados marroquíes, sudamericanos ni los sublevados en Cartagena, lo consiguió una enfermedad. En 1876, el almirante Lobo falleció en París.
El año de su muerte, Sevilla le dedicó una calle al gran marino español. El lugar para hacerlo era conocido entonces como la calle Pilotos, en recuerdo de la Escuela de Navegación impartidas en el cercano palacio de San Telmo. Pero, esta calle es un lugar estratégico en Sevilla, pues por allí discurre de forma subterránea el arroyo Tagarete, que desemboca justo al lado de la Torre del Oro. En 1864, la calle fue denominada Jerez, pues arrancaba justo en la puerta del mismo nombre, que fue demolida ese mismo año.
Según recoge el «Diccionario histórico de las calles de Sevilla», editado por la Consejería de Obras Públicas y el Ayuntamiento, «la demolición en 1828 de un tramo del lienzo de muralla que unía la Torre del Oro con la Puerta de jerez, y el posterior derribo de ésta en 1864, junto al embovedamiento del Tagarete, permitió la construcción de viviendas apoyadas en la muralla».
Se conoce que sobre el arroyo Tagarete existió durante el siglo XIII «una alcantarilla o pueblecito que permitía el paso por la ribera del Guadalquivir; en el siglo XVIII ya había dos, construyéndose una tercera y, entre 1864 y 1866, fue cubierto ese tramo del arroyo. Sobre él se colocó un arrecife con arbolado y, más tarde, hacia 1903, se le dotó de amplias aceras».
El pasado 2014, esos árboles fueron sustituidos porque las raíces ponían en peligro el embovedamiento del Tagarete. Recuerden que, justo en ese lugar, hace unos años, una perforadora de las obras del metro hizo que se hundiera el famoso quiosco que había en la zona.
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